De la boca de Pilar Parejo nos gustaría escuchar cómo es que pactó con la alcaldesa de Las Palmas la compra de la que iba a ser biblioteca en el edificio Woermann. Pero, sinceramente, nos esperamos una respuesta del tipo, oh, si la iba a vender igual y el Gobierno andaba buscando oficinas con glamour. Esta viceconsejera no sólo trabaja muchísimo -cosa que le reconocen hasta sus más acérrimos adversarios- sino que además tiene la suerte de rodearse de consejeros generosos que la dejan hacer. Sólo le falta, para coronar este mandato, que los estudios geológicos de Tindaya confirmen que el monumento de Eduardo Chillida es realizable: Fuerteventura tendría un atractivo de reconocimiento mundial y el Gobierno cierto problemilla de financiación que ya veríamos cómo resuelve.