A las pocas horas de la destitución de Batllori ya les adelantábamos en esta sección de tanta malas pulgas que la manía del ex viceconsejero de gobernarse solo era uno de los motivos de su “reestructuración”. Julio Bonis es hombre de mucho delegar, pero una cosa es tomarse confianza y otra pasarse tres pueblos. Y una mucho más peligrosa interpretar en clave personal los designios divinos referidos a temas de alta sensibilidad, como la nueva sede de los juzgados en Las Palmas de Gran Canaria. Batllori, en esos actos interpretados ahora como de despedida, ya adelantaba a sus contertulios cómo se había puesto de chungo su enfrentamiento con Bonis a cuenta del edificio Dunas Presidente, el que se encuentra frente a la sede de Presidencia en Las Palmas. Contaba el reestructurado que Bonis estaba emperrado en alquilar ese inmueble para dedicarlo provisionalmente a sedes judiciales para, una vez terminado el edificio del colegio Castilla, reutilizar el Dunas Presidente para otros menesteres de la Administración autonómica. A lo que Batllori, deducimos, se oponía por pretender otros mecanismos inmobiliarios distintos. Así se entra en la historia de los reestructurados de la Nacionalidad, en versión libre y propia de los reestructurados y los reestructurantes, dicho sea sin ánimo de quebrar la petición del consejero Bonis de no extraer conclusiones precipitadas de tales reestructuraciones.