Ya sabemos, ya, que las pornográficas conversaciones telefónicas del señor Santana Cazorla con los políticos del momento son cosa juzgada, pero tenemos derecho a recordarlas cada vez que lo consideremos informativamente relevante. El martes, en el programa 59 Segundos, el diputado Santiago Pérez afirmó que no tenía dudas de que en esos episodios hubo un delito de tráfico de influencias, del mismo modo que catalogó como cohecho el asunto del salmón. Dado que esta tierra es bella pero chiquitita, ahora resulta que Góndola y Salmón se tocan en un mismo punto llamado Tauro y a través de una misma persona, llamada Santiago Santana Cazorla. Por cierto, tenemos en nuestro poder unas actas de consejos de administración y de comisiones de seguimiento del interés general que resultan bastante reveladoras. Sólo les vamos a adelantar una frase allí recogida: “Hay que atosigar a los políticos”. Es la traducción fina de la apretura de tosnillos.