A última hora, dos parlamentarios se iban a Pamplona para evitar apoyar la censura. Eran los conejeros Honorio García Bravo y Antonio Cabrera, éste último ya fallecido. Podía fracasar la mocion de censura y había que mostrar las intenciones. El aval de que la cosa iba en serio lo recibe el director general de la Caja Insular, Juan Francisco García. Era la última visita que hacían los dos parlamentarios antes de volar a Madrid: para enseñar los billetes y demostrar su infidelidad a la moción de censura eligieron a García. “Lo vi personalmente”, dice el lector que no quiere que ocultemos la anécdota y que se ofrece a autentificarla ante quien sea preciso. Bien visto, tampoco es mala la noticia para el editor: ejercía de algo así como un notario. Pero, como insisten que la contemos, pues aqui está.