Vistos ahora con la perspectiva que da el tiempo y las pesquisas policiales, los seis folios que ocupa la transcripción de la declaración de Soria ante la magistrada Margarita Varona van camino de pulverizar todos los registros en cuanto a mentiras, contradicciones y enigmas agrupados en tan pocos centímetros cuadrados. Miente el imputado en casi todos los puntos, sin que podamos determinar a estas alturas si lo hizo también en los extractos bancarios y de tarjetas de crédito que presentó para demostrar a su manera que a él no hay bicho viviente que lo invite a nada. Ante tal cúmulo de omisiones y mentiras, a la magistrada no le ha quedado otro remedio que investigar en profundidad, porque tras un apunte bancario, tras una frase incompleta, tras la omisión del total de pasajeros que volaron en aquel jet, tras la lapidaria afirmación de que él no miró ni por el forro el expediente de Anfi Tauro, que ignoraba que se consumieran todas las camas de la moratoria, que no participó en su aprobación en el Parlamento... puede aparecer de repente una verdad incontestable del tamaño de una catedral.