Entre el llamamiento a la rebelión democrática lanzado por Jorge Rodríguez para acabar con CC y el brindis superdemocrático y constitucional de José Manuel Soria contra las mociones de censura, no sabemos a qué carta quedarnos en tan atolondrado puente. Dice Soria que el PP, su partido, prefiere ganar las elecciones antes de asumir el poder a fuerza de mociones de censura. Una nueva solemnización de lo obvio, deporte nacional en el PP, porque no conocemos a nadie que, de dedicarse a la política, no prefiera una victoria y a ser posible por tupida. Pero lo peor de lo que dice Soria no es su columpiada en el tópico, sino su poca memoria. Porque ha sido su PP y bajo su mandato quien colocó a un alcalde tras una moción de censura con tránsfuga en la mochila en San Bartolomé de Tirajana, casi lo mismo en el Cabildo de Lanzarote, y muy parecido en Santa Brígida, donde el PP se autoflageló incluso. Y lo de Firgas es una moción de censura tras otra moción de censuta, la que en su día metió el censurante contra otro compañerito del PP, Paco Ponce.