Tenemos que reconocer que nos pusimos muy blandos con Mónica Quintana, la dama luxemburguesa de la trama eólica. Llegamos a creer que sintonizaríamos con gran parte de nuestros lectores si defendíamos su inocencia y su amorosa intervención en las presuntas andanzas de su novio, el también imputado Celso Perdomo. Sin embargo, a medida que avanzan las pesquisas, debemos comunicar a nuestra parroquia que hay más de una y de dos cosas a las que no era ajena nuestra heroína. Les comentábamos ayer la demanda qe le ha interpuestoo su antiguo abogado por un impago de 10.100 euros de honorarios, y un lector cuya identidad ocultamos de momento, se lanzó a las tremendas a matar al mensajero. Un relax reclamamos, porque tanto tronío nos anima a contar lo de la cocina. Venga.