Los empresarios sólo querían que Félix Santiago se rindiera para poder entregar en bandeja de plata al presidente portuario la cabeza de quien quisiera en ese momento y, de paso, evitar al Gobierno esa delicada postura de violar la ley una vez más. Por lo tanto, no hacía falta designar sustituto para el consejo de administración porque todo el mundo da por hecho que sea la persona que sea, actuará con brazo de palo: cuando desde el PP toquen el pito, levantará la mano; cuando le guiñen el ojo, se quedará dormido y mirará para otro lado, y cuando oiga pajaritos cantando lánguidamente, cogerá el maletín más cercano. Suenan para tan sugerente puesto Roberto Goiriz, Juan Pérez, Juan Freire y José Cristóbal García, todos ellos vinculados directa o indirectamente, en el pasado o actualmente, con los poderes fácticos del puerto. Qué bonito, qué bucólico y qué pastoril, como había pedido el duque de Heno de Pravia.