Fíjense si es terror el que le tienen a Soria en el auditorio, que también los empleados se pasan por el borde del dobladillo el protocolo del Estado. El fax al que nos referíamos deja bien claro que su Excelencia el Generalísimo es Soria, y los demás pueden ponerse a hacer el pino puente, si quieren. Así que el presentador del acto, que se puso a repartir palabras con mucha naturalidad, llamó a Soria a la tribuna llamándolo con todos los honores de excelentísimo. Pero cuando llegó el turno del que es protocolariamente más excelentísimo lo llamó sencillamente don Juan Fernando López Aguilar. Ni ministro, ni diputado, ni catedrático. Don Juan Fernando y a escupir a la calle. El ministro se lo tomó con mucha deportividad, pero no dejó de repetir en calidad de qué estaba en ese acto.