Nada más lejos de nuestra intención que criticar la ingente labor que desarrollan los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en general, pero sí que nos atrevemos a traer a colación de vez en cuando algunas conductas de algunos de sus agentes que precisamente afean el Todo por la Patria. Ocurrió este lunes con un conductor que, en la carretera del sur, circulaba en uno de esas monumentales caravanas de vehículos que atestaban los dos carriles. Una pareja de la Guardia Civil sorteaba con sus motos a los coches y uno de los agentes se colocó justo delante del lector de nuestra historia. La maniobra fue de esas habituales: se te mete delante para, como hizo su compañero, irse perdiendo en lontananza. Ya se sabe que la distancia de seguridad en circulación de este tipo no es muy rigurosa, así que nuestro lector quizá se acerca demasiado a la moto del agente. No vean el número que le montó: que si esto lo hace usted conmigo, qué no hará con un vehículo cualquiera; que si la distancia de seguridad, que si patatín y que si patatán. Total, que multa que te crió y el hombre con cara de póker. Sobre todo cuando comprobó que como testigo de la denuncia apareció para firmar el compañero del agente tan ofendido, el que casualmente no presenció el incidente ni por asomo porque se encontraba unos cuantos metros por delante de la zona en cuestión tras haber respetado a su manera las distancias y el modo de adelantar. Ante actitudes de este tipo es normal que la peña piense si es cierto esto de que están para lo que están y no para recaudar para la Hacienda pública y así hacer su pequeña contribución al déficit cero.