Luis Soria no quiso escuchar a Celso Perdomo cuando le dijo que era un error político celebrar ese viaje a Enercon en compañía de los empresarios a los que se pretendía otorgar un trato especial en el muelle de Arinaga, en colaboración con el entonces presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, José Manuel Arnáiz. Pero Luis Soria sólo hacía caso a su hermano José Manuel, y desoyó también los consejos de sus asesores de comunicación, que llegaron incluso a plantearle la posibilidad de hacerse acompañar de un grupo de periodistas que pudieran transmitir la sensación de que el viaje gozaba de la máxima transparencia. Luego, al regreso, al menos consintió que se reclamaran algunas facturas de lo gastado en Alemania, lo que originó muchos trastornos en la Intervención Delegada en Industria porque ninguno de los proveedores está dado de alta como tal en la Comunidad Autónoma, requisito indispensable para poderles pagar.