A estas alturas del majo y limpio todavía no estamos en condiciones de saber si la creación de gestoras en el PSOE tinerfeño y de Santa Cruz es un acierto o un bidón de gasolina sobre un incendio. Lo que sí parece claro que ese partido está sumido en esa isla en un clarísimo cisma que puede dar lugar a cualquier cosa, y puede que alguna buena. Los afectados por la decisión de la Ejecutiva Regional de suspender en sus funciones a las direcciones insular y capitalina han decidido echarse un poco más al monte, pasar de la cota 300 a la 600, para que nos entendamos, con los colores de guerra dibujados en la cara y las hachas y los puñales ceñidos en los cinturones. Cuando se les pregunta que a qué se debe tanta indignación responden que “es una cuestión de legítima defensa”, que la otra mitad del partido los quiere devorar y que para ello se están valiendo incluso de los columnistas más señeros de la prensa chicha. Van a muerte, los muy críticos, porque además de considerar que la decisión de crear gestoras y suspender primarias es ilegal, creen que lo que está haciendo el PSC es sacar de la circulación a los elementos más izquierdosos para “poder pactar con la derecha”. Y que eso el electorado lo va a castigar, en su creencia mucho más que prendiendo fuego a la organización, que es lo que están dispuestos a hacer.