Nos propusimos una amplia tregua en nuestra aviesa campaña contra Gonzalo Angulo y su audaz escudero, el inspector Towers, pero ellos mismos nos impiden el plácido descanso. Angulo, como les hemos dicho, mandó al inspector a Madrid para que se relajara un poco y pudiera bajar la intensidad mediática en unos grados. La idea fue buena y hasta nosotros, que descubrimos la huída marítima desde el primer día, nos prestamos al juego. Había que desinflar la tensión y lo compartíamos. Pero pensábamos que Torres iba a cumplir su parte del trato, y hasta hablamos con él por teléfono para quedar para tomarnos un café y algo de bollería fina a su regreso de la Península. Pero he aquí que llamó al Marca para quejarse de que el corresponsal de ese diario en Las Palmas, Alexis González, la tiene cogida con él. Alexis, por si no se han dado cuenta a estas alturas, es también redactor de este periódico, y tras su conversación con Torres, decidimos aflojar un punto y no desvelarla. Pero Torres no, Torres decidió irse a Marca y contar su proyecto futbolístico, su particular teoría sobre la desaparición de la UD Las Palmas (que él ve próxima, según nos contó) y sobre la necesidad de venderlo todo antes de que sea peor: “Vendo hasta mis zapatos”, nos dijo. Además, con los micrófonos cerrados, explicó su particular teoría de la persecución a la que dice estar sometido. Persecución no hay, podemos asegurarles, pero paranoia sí, y de las que precisan tratamiento.