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Andalucía está seca y no se prevé una mejora: “Los datos son muy malos”

Néstor Cenizo

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Las señales de alerta por la sequía que sufre España, en general, y Andalucía, en particular, han dado paso ya a la emergencia: no llueve, los embalses se vacían y las previsiones son que la situación a corto y medio plazo no va a mejorar.

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) reunió este miércoles a su comisión de desembalse, un órgano encargado de decidir las dotaciones de agua destinada a regadío de la cuenca. La reunión debía servir para anticipar a los regantes la horquilla aproximada de las cantidades de las que podrán disponer a partir de mayo. “Los datos que hoy manejamos no son malos, son muy malos”, avanzó Joaquín Páez, presidente de la CHG. Todos sufrirán “restricciones importantes”, según les dijo Nuria Jiménez, directora técnica. La Comisión de Desembalse prevé una dotación de 1.000 m³/ha si persiste la ausencia de precipitaciones en la cuenca del Guadalquivir.

La cuenca está en situación excepcional de sequía desde noviembre de 2021, La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) remitió esta semana al Ministerio para la Transición Ecológica su borrador de Decreto-Ley de sequía, que contempla obras de emergencia, exenciones fiscales y de cánones, y que deberá ser eventualmente aprobado por el Consejo de Ministros.

Casi todos los sistemas de la cuenca están en situación de alerta o emergencia. En algunos, ni siquiera está garantizado el abastecimiento en los próximos tres años, porque tienen ya un volumen embalsado inferior a su volumen anual. Por eso, algún regante aludió a una previsible “guerra del agua”. La escasez es tal que la confederación pedirá ayuda a la policía autonómica y la Guardia Civil para controlar los consumos y evitar “agravios comparativos” entre comunidades de regantes y territorios. El campo lleva tiempo advirtiendo del alto impacto que puede generar la sequía si se prolonga.

La mitad de precipitaciones de lo habitual

La CHG gestiona el agua de la cuenca del Guadalquivir, que abarca territorios de Ciudad Real, Jaén, Granada, Córdoba, Sevilla y Huelva. La mayor parte está ya en situación de “emergencia”, el último de los cuatro grados (normalidad, prealerta, alerta y emergencia). El año hidrológico comenzó en octubre y ha acentuado una tendencia que venía fraguándose: este es el quinto año más seco de los últimos 25 en la cuenca del Guadalquivir, con un 46% menos de precipitaciones que la media. Por ejemplo, entre enero y febrero se han acumulado 11 milímetros en la cuenca, frente a una media de 117 en los últimos 25 años. En toda la cuenca, las aportaciones totales en este periodo son de 409 hectómetros cúbicos, frente a una media de 1.957.

La falta de precipitaciones en la época más lluviosa del año ha provocado que las reservas de agua en la cuenca sean las más bajas desde la sequía de 1995, la más grave del siglo pasado. La reducción de precipitaciones ha provocado un 75% menos de aportaciones con respecto a la media histórica y hoy se acumulan en los 48 embalses de la cuenca 2.320 hectómetros cúbicos, 965 hectómetros cúbicos menos que hace un año.

“No hay que estirar más el chicle”

La CHG presentó a los regantes varios escenarios. “Salvo un vuelco radical, que de momento no se vislumbra, estamos abocados a un año con una dotación muy baja y cuyo valor final dependerá de la primavera”, advirtieron los técnicos. La CHG da un 95% de posibilidades a que en esta campaña no haya precipitaciones.

Con estos datos, la previsión en el peor escenario es que los regantes puedan usar 450 hectómetros cúbicos de desembalse, un 35% menos que el año pasado, cuando ya se restringió al 50% de lo habitual. Es un volumen que permitiría mantener las reservas para asegurar el abastecimiento urbano a “corto y medio plazo”.

“No hay que estirar más el chicle, porque no se va a estirar”, ha advertido el presidente. “No vamos a escatimar ni una sola gota de agua… que haya. Vamos a dar hasta la última gota, pero no va a ver más gotas”. Será en la próxima comisión de desembalse, en abril o mayo, cuando se fije la dotación definitiva.

Una sequía generalizada en toda Andalucía

La situación no es mejor en las cuencas gestionadas por Andalucía, que abarcan territorios de Cádiz, Málaga, Granada y Almería: las cuencas Mediterráneas Andaluzas, del Tinto, Odiel y Piedras, y del Guadalete y Barbate. Viñuela-Axarquía, Cuevas del Almanzora, Barbate y Campo de Gibraltar están en situación de “excepcional sequía”.

En Cádiz, el nivel de los embalses es del 29,27%. En Málaga, del 33,32%, con una situación especialmente preocupante en el embalse de La Viñuela, del que se nutren gran parte de los cultivos de subtropicales de La Axarquía: está al 14,94%. En Granada, los embalses de Rules y Béznar están al 57,06%. Por último, en Almería apenas llegan al 7,34%. En Málaga, el agua embalsada se ha reducido 369 hectómetros cúbicos a apenas 200, la mitad de los 411 que ha tenido de media en estas fechas en los últimos diez años.

“El año hidrológico está siendo muy muy deficitario”, lamenta Leandro del Moral, catedrático del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla y miembro de la Fundación Nueva Cultura del Agua. “En el conjunto de España esto ocurre tras un par de años con precipitaciones por encima de lo normal, mientras en el sur se añade este año muy malo a varios de lluvias por debajo de lo normal”. Esto acaba generando un nivel de escorrentía todavía más bajo. “No es lineal. Cuando baja un 10% las lluvias el agua que se infiltra en los acuíferos, lo que entra en los embalses es 20% menos”.

“Obras de emergencia” para paliar los efectos

La escasez actual es el resultado de unas precipitaciones prácticamente inexistentes sobre zonas donde el déficit ya era estructural, debido al uso intensivo del agua en regadíos. Es el caso, por ejemplo, de la cuenca del Guadalquivir o la Mediterránea Andaluza. “La sequía estresa una situación ya muy tensionada de déficit de recursos, que se sobreexplotan de manera permanente”, critica Del Moral. Ahora, la previsible reducción del uso de riego choca con los intereses económicos de miles de agricultores.

Este será el tercer año consecutivo en que la CHG reduzca las dotaciones para regadío (hasta el 50% en el año hidrológico 2021) en su cuenca. “La regla de oro de gestión de sequía es anticiparse a situaciones de crisis extrema y emergencia”, valora Del Moral, que recela de la efectividad de los decretos por considerarlos “paliativos”. “Creo que eso en las cuencas andaluzas se está haciendo con más confusión. No hay información tan clara de lo que se está haciendo ni cómo se están aplicando los planes de sequía”, observa.

La Mesa de Sequía del Campo de Gibraltar anunció esta semana que habrá restricciones de agua a partir del próximo 18 de abril si antes no llueve de manera suficiente. Por su parte, el comité de recursos hídricos de Málaga, dependiente de la Junta de Andalucía, propuso reducir de 3000 a 2000 los metros cúbicos por hectárea a los regantes del Plan Guaro, que regula casi toda la producción de mangos y aguacates con agua de La Viñuela. Con todo, es el doble de lo asignado ahora en la cuenca del Guadalquivir, donde la escasez no es tan acuciante.

La Junta de Andalucía asegura que está adoptando medidas sobre el uso del agua, pero no concreta cuándo y cuáles. El pasado mayo aprobó los planes especiales de sequía de las cuencas mediterráneas y de Guadalete-Barbate, pero parece apostar principalmente por una batería de “obras de emergencia” para mover más fácilmente el agua o generar nuevos recursos. También por las exenciones de tributos y cánones a los agricultores para mitigar sus pérdidas.

En esta línea va el aumento de la capacidad para transferir agua entre el Sistema Guadalhorce-Limonero y Axarquía, el aumento de la capacidad de tratamiento de agua salobre de la IDAS El Atabal (Málaga), la mejora de los túneles de trasvase y de las presas de derivación de La Viñuela, la ejecución de instalaciones para aprovechar aguas regeneradas en varios núcleos de la Axarquía y las actuaciones para garantizar el abastecimiento en municipios del Valle del Almanzora con recursos procedentes del embalse de Cuevas de Almanzora y Carboneras. También se prevé finalizar varios pozos en el Chíllar. En total, una inversión de 18 millones de euros, según la Junta de Andalucía. El objetivo es que todas las obras estén terminadas antes de final de año. Además, se trabaja en un plan de aguas regeneradas, que permitirá generar hasta 43 hm3 extra.

Del Moral es escéptico con la utilidad de las llamadas “obras de emergencia”, que con frecuencia terminan cuando la emergencia ya ha pasado. “Hay obras del decreto de emergencia de 2005 que no están hechas, como la de El Castril. Como es de emergencia e interés público, se reducen controles, evaluaciones ambientales… Todo se engrasa con la emergencia avalada por el decreto”.

La consejera Carmen Crespo resaltó este miércoles en el Parlamento Andaluz que la Junta de Andalucía se ha “adelantado a las circunstancias” y ha pedido más obras al Estado: el trasvase del Tinto-Odiel, la ampliación de la desaladora de Carboneras o las conducciones de Rules, entre otras.   

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