Abajo, bronce en esgrima, segunda medalla española

José Luis Abajo cumplió el sueño de toda su carrera deportiva al lograr la medalla de bronce en la competición individual de espada de los Juegos de Pekín 2008, con lo que situó a la esgrima, único deporte con origen español, más arriba que nunca en la historia del olimpismo.

Hasta ahora se habían conseguido diplomas y multitud de medallas en Mundiales y Europeos, pero nunca se había logrado un podio en unos Juegos. Había ganas, muchas ganas, y Pirri, como es conocido, cumplió su sueño y el de toda la esgrima hispana, así como mostró el camino a los sablistas Jorge Pina y Jaime Martí y el floretista Javier Menéndez, que aún deberán competir en Pekín.

Abajo, nacido en Madrid el 26 de enero de 1977, hizo una competición modélica hasta que se topó en semifinales con el italiano Matteo Tagliariol, ante el que ya había perdido en marzo en la final de la prueba de la Copa del Mundo de Berna por 15-14.

Atrás habían quedado el surcoreano Won Jin Kim, el francés Jerome Jeannet, número uno del ránking y el también italiano Diego Confalonieri.

Gabor Boczko, que perdió en la otra semifinal frente al francés Fabrice Jeannet, también por 15-12, se convirtió en su rival en la lucha por el bronce y le superó en un dramático enfrentamiento en el tiempo extra con un tocado de oro (8-7) tras acabar los tres periodos reglamentarios con igualdad a siete.

El esgrimista español había asegurado días antes que si conseguían tirar como sabían los componentes del equipo presentes en Pekín tenían muchas opciones de medalla, el gran objetivo de este persistente deportista.

Nunca se ha rendido y menos en esta que consideraba una de las grandes oportunidades de su vida para alcanzar su sueño de colgarse una medalla olímpica.

Lo demostró en su primera confrontación contra Kim, ante el que llegó a ir perdiendo por 10-12, 12-13 y 13-14. No se descentró y acabó ganando por 15-14.

Triunfo clave ante Confalonieri

En los cuartos de final frente a Confalonieri lo tuvo también bastante complicado con un 10-11, pero a partir de ahí sacó a relucir su esgrima, intensa, agresiva cuando lo requiere y muy técnica, para remontar y meterse en la semifinal tras ganar por 14-13 pese al acoso último del italiano, con el que ya había perdido este año en Legnano.

Curiosamente, el asalto en el que lo tuvo más sencillo fue contra el menor de los hermanos Jeannet, Jerome, que partía con el número uno del cuadro, y al que superó con una solvencia digna de todo un campeón (15-9).

Su madre, su mujer, su hermano Juan y su grupo de mejores amigos festejaban enfrentamiento tras enfrentamiento y animaban a Pirri constantemente desde la grada con cánticos que se han puesto muy de moda durante la Eurocopa de Austria y Suiza en la que se impuso España.

Muy concentrado, Abajo superó todos los obstáculos en actuaciones de gran nivel e incluso soñó con la final cuando dispuso de un 4-1 en el inicio de la semifinal contra Tagliariol.

El italiano, no obstante, demostró su categoría. Ganador este año en las pruebas de la Copa del Mundo de Tallín, Berna y Montreal, fue haciéndose con el control del asalto de forma paulatina.

Derrota en semifinales

Tras llegarse al primer descanso con 6-4 para el español, Tagliariol inició su remontada para hacerse con el mando (8-11), porque aunque Abajo no se rindió (10-12) casi lo tuvo que hacer a marchas forzadas y su rival no perdonó para llevarse el enfrentamiento por 12-15 y meterse en la final ante la mirada, entre otros, de Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, Alejandro Blanco, presidente del COE, y Alberto de Mónaco.

Lógicamente quedó tocado, pero su maestro y la doctora hicieron magia psicológica. Le aseguraron que su hija Lucía, de tan solo cuatro meses, le esperaba en casa y quería que llegara con la medalla.

Este mensaje le llegó y se levantó. Volvió a centrarse y, conocedor de Boczko, arriesgó lo justo, como el magiar, para jugárselo a un último tocado. A vida o muerte, a cara o cruz, y salió vida, salió cara.

La esgrima y el deporte español estallaron de júbilo. Pirri lo festejó con los suyos al borde de la pista del Pabellón de Esgrima del Centro Nacional de Convenciones de Pekín. Acababa de hacer historia.

Ya no importaba la derrota en semifinales ante el a la postre campeón, Tagliariol, al que ya piensa en vencer cuando se vuelva a encontrar con él. Acababa de encontrar el premio buscado desde que su padre, fallecido hace años, le metió a los doce años el gusanillo de la esgrima.

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