El CD Tenerife otorga a Felipe Miñambres el distintivo de ‘Leyenda blanquiazul’
El CD Tenerife entregó ayer, lunes, el distintivo de Leyenda blanquiazul al exfutbolista Felipe Miñambres, quien formó parte del plantel chicharrero durante toda su estancia en Primera División en la década de los noventa. El actual director deportivo del RC Celta recibirá también este martes la medalla de oro al mérito deportivo de Santa Cruz de Tenerife.
Miñambres Fernández (Astorga, 1965), disputó 357 partidos oficiales como tinerfeñista, en los que marcó 40 goles. Es el tercer jugador blanquiazul con más encuentros oficiales después de Alberto Molina y Toño Hernández. Fue, además, el único futbolista que protagonizó de principio a fin la década prodigiosa del CD Tenerife en la élite, lo que explica que tenga el récord de partidos disputados como blanquiazul en la máxima categoría (310).
Al irse, también dejó atrás quince encuentros —solo superado por Chano, con 16— y cinco goles —Pichichi del equipo— en la Copa de la UEFA, donde firmó actuaciones memorables y tantos inolvidables. El remate cruzado en el Abbé Deschamps ante el Auxerre o el zapatazo desde 30 metros en el Karaiskakis frente al Olympiakos solo son dos ejemplos de la calidad de sus prestaciones y de la importancia de su aportación a los resultados del equipo tinerfeñista.
La trayectoria de Felipe en la Isla tuvo capítulos que hablan de su coraje y su superación. De entrada, su fichaje ya fue controvertido, pues llegó al acogerse al Real Decreto 1006/85 y pagar su cláusula de rescisión de sesenta millones de pesetas (360.607 euros) al Real Sporting de Gijón.
Desde el inicio fue considerado el pilar sobre el que debía asentarse el CD Tenerife 89-90 en su regreso a la Primera División. Destacó en pretemporada y en la Copa del Rey marcó ante el Deportivo y firmó una exhibición en Vallecas, cerrada con un gol mágico que clasificaba a los blanquiazules en la prórroga.
Esas actuaciones y el hecho de que España se estrenara en el Heliodoro, le llevaron a la internacionalidad. Y en su debut con La Roja anotó un gol decisivo en el triunfo (2-1) ante Suiza sobre un barrizal.
Convertido en capitán y símbolo, durante años y años, mientras se echaba el equipo a la espalda, el Heliodoro no paró de reclamar su internacionalidad al seleccionador, Javier Clemente. El premio llegó con su convocatoria para el Mundial de Estados Unidos 94, donde jugó dos partidos y ante Bolivia forzó un penalti, una de sus especialidades.
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