La muerte de del sudafricano Elmer Symonds tiñe de luto el Dakar
La muerte del sudafricano Elmer Symonds, de 29 años, tiñó de luto el Dakar y las lágrimas impidieron ver con claridad el golpe de efecto que dio el español Marc Coma en motos y el afianzamiento del liderato de su compatriota Carlos Sainz en coches, dos noticias ensombrecidas por la tragedia.
La nueva página triste del raid más peligroso del mundo eleva a 50 el número de muertes de una aventura que nació hace 29 ediciones embebida en una aureola de riesgo y superación y que ha acostumbrado a sus seguidores a un periódico goteo de malas noticias.
La muerte de Symonds se produjo exactamente un año después de la del australiano Andy Caldecott. Un 10 de enero de 2005 murió el español José Manuel Pérez El Carni y al día siguiente el italiano Fabrizio Meoni, dos veces ganador del Dakar, dejó la vida en la carrera.
Symonds se había enrolado este año en el evento con su moto KTM tras haber cubierto el recorrido en dos ocasiones en un vehículo de asistencia. Sólo tenía un sueño: llegar al Lago Rosa y aprender para, quizá en el futuro, estar entre los mejores.
En los caminos marroquíes, jalonados de piedras, regatos y múltiples trampas, dejó algo más que un sueño forjado cuando en su adolescencia veía en televisión una carrera plagada de mitos que en su imaginación de amante de los deportes de riesgo aparecía como un reto demasiado hermoso.
Por eso, dedicó a este fin buena parte de los beneficios de su empresa de exportación de piezas de recambio a Estados Unidos, país en el que residía, y por eso desembarcó en África acompañado de su hermano Kingsley, que además de su mecánico era, decía, uno de sus mejores amigos.
La muerte le llegó este martes algo más tarde de las 9.00 GMT en el kilómetro 142 del tramo cronometrado, una zona rápida del trazado.
Pese a que funcionaron las medidas de emergencia y en ocho minutos el helicóptero médico estaba en el lugar de los hechos, sólo pudieron certificar la tragedia.
Las lágrimas y un silencio casi místico se apoderaron de un campamento habitualmente festivo.
Un luto que no han logrado desterrar las múltiples medidas de seguridad adoptadas por la organización, ni las limitaciones de velocidad, ni los ingenios protectores.
Una imagen que no detendrá la carrera, porque como dijo su director, el francés Etienne Lavigne, “la historia del Dakar está hecha de este tipo de accidentes”, sabedor de que sólo hay una forma de alimentar el mito.
El drama volvió a relegar a un segundo plano la actualidad de la competición, resignada a sacar fuerzas de flaqueza para continuar el camino a Dakar.
Carlos Sainz fue tercero, por detrás del prototipo del francés Jean-Louis Schlesser, que le aventajó en 7:58 minutos, y del portugués Carlos Sousa, pero el madrileño sacó tiempo a todos los Mitsubishi y afrontará la quinta etapa con un liderazgo reforzado.
Tiene casi dos minutos de ventaja sobre su compañero Giniel de Villiers, 7:20 sobre el portugués Carlos Sousa y 11:44 sobre el español Nani Roma, tercero de la etapa y que se afianza como el mejor de los Montero. Una renta pequeña para Sainz con todo lo que queda por delante.
En su intento por revalidar el título logrado el año pasado, el ex esquiador francés Luc Alphand fue séptimo y ya está a más de 16 minutos de Sainz.
Stéphane Peterhansel estaba entre los primeros en los puntos intermedios hasta que el embrague de su Mitsubishi falló y acabó perdiendo casi 26 minutos.
Tampoco se hablará mucho del golpe de autoridad de Marc Coma en motos, que ganó y arrebató el liderato a su compatriota Isidre Esteve, segundo en la meta a más de doce minutos.
El defensor del título eligió el buen camino para llegar a Ouarzazate, lo que le hizo ganar minutos con respecto a sus rivales, que se enrolaron en adelantamientos múltiples y se molestaron.
Pero poco importa todo, porque el llanto, una vez más, fue el protagonista y el mito del Dakar se cobró la vida de Symonds.