Mucho sentimiento amarillo en Vallecas
Fútbol ofensivo, emoción, notables triangulaciones y mucha tensión. Ingredientes estos los de un partido vibrante y muy vistoso, el acaecido en la tarde de hoy [este sábado para el lector] en el estadio Teresa Rivero. Un recinto, que recibió con cierta hostilidad a la Unión Deportiva Las Palmas y sus seguidores. Y es que en Vallecas, todavía escuece el gol de Marcos Márquez que privó al conjunto rayista de la liguilla de ascenso en la temporada 2005-2006. Desde entonces, un extraño compendio de rencor y hostilidad envuelve las relaciones entre madrileños y grancanarios.
Y esa aversión, raramente inusitada por gran parte del sector radical de la afición rayista, bien pudo causar que algún desalmado aguase la fiesta. La intervención policial, espléndida, privó a los más violentos de establecer su ley. Sin duda, ganó el espíritu no combativo del fútbol. El que crea afición. El que permitió que cerca de 600 aficionados amarillos sólo se preocupasen de animar a su equipo, y de celebrar el magistral tanto de Pablo Sánchez. De dar colorido en la grada, y de establecer vínculos más allá del puro fútbol. Porque en los desplazamientos fuera de la isla, es donde los sentimientos se extrapolan coincidiendo almas muy amarillas, imposibilitadas en el seguimiento activo del equipillo. Y eso marca, une y conmociona, no se crean.
La peña Tractor Amarillo de Valdebernardo, anfitriona de la jornada de convivencia entre aficionados, se encargó de amenizar las horas previas del partido con la organización de una gran paellada para el disfrute y goce del personal. Anécdotas como la de Daniel, que venía de Burgos; la de Ramón, tras recorrerse entera la Nacional 3; o la historia de Aday, exclusivamente desplazado desde Lisboa para la ocasión, confluían en un ambiente rebosante de camaradería y sentimiento amarillo. Unas copillas de Arehucas ?para afinar las gargantas- y a Vallecas.
Allí se dio rienda suelta a los cánticos populares. No faltaron los ''¡pío, pío!, Somos costeros'' y algunos sonados ''Riqui-racas'', los cuales retumbaron en las gradas del Teresa Rivero, logrando así un proximidad casi mística con Gran Canaria. Y es que una gran parte de los seguidores presentes no pueden acudir cada quince días a Siete Palmas, por lo cual, parecería ilógico que no se emplearan a fondo en la tarea de la animación. Y para qué engañarnos, dar unos gritos y soltar ira ?de la buena, si es que existe- quita el espantoso frío de la Capital, y expone a las neuronas ?más estando febrero a la vuelta de la esquina- a otras distracciones más allá del mero estudio académico.
Junto a los estudiantes y trabajadores de Madrid y alrededores, se unieron los desplazados desde la isla. Así lo hizo saber la peña Ultra Naciente, quien viajó junto a la peña Guanarteme desde Gando. “2000 kilómetros siguen sin separarnos” rezaba una pancarta ampliamente significativa, mientras se tatareaba un himno, el del representativo, que erizó a más de uno el vello. Una unión, la Deportiva ?en el terreno de juego- y la del sentimiento ?en la grada-, la cual pudo haber sido completa si David Aganzo no hubiera subido el empate al marcador, o si Marcos Márquez hubiera vencido a Cobeño en un mano a mano que pudo dar la victoria a los amarillos en las postrimerías del encuentro.
La jornada del sábado terminó con buen sabor de boca gracias a un conjunto, el de Javier Vidales, el cual sigue demostrando credenciales de cotas más altas de las que disfruta. Y con la conclusión que, sin saber si nos complaceremos o no de una de las ansiadas plazas de ascenso a final de temporada, si fuera cuestión de afición, y a las imágenes me remito, tengan por seguro que lo conseguiríamos. Chapeau a los desplazados.