No pudo ser, ya digo, porque, en lugar de dejarlo estar, Ángel Acebes cogió su neurona cansada y fue a explicarle a los periodistas como lo más normal del mundo que el presidente del PP de Melilla encargara a una imprenta 1.000 impresos del dicho voto por correo. Dijo, Acebes, que el impreso puede bajarse de Internet sin problema. No explicó para qué gastarse los cuartos en una imprenta si se puede poner en pantalla, darle a la tecla de imprimir y obtener cuantos hagan falta incluso para la exportación. Los impresos genuinos llevan un copiativo, o sea, lo que en los tiempos oscuros llamábamos papel carbón. Algo, el copiativo ése, que no da Internet; salvo que las ciencias hayan avanzado una barbaridad y no me haya yo enterado. No explicó Acebes este extremo, en el que insistió de manera significativa el encargante al impresor; al menos tanto como insistiera en la necesidad de que no se notara la diferencia, asegurándole el impresor que como dos gotas de agua, oye. No entiendo para qué afinar si valía el impreso de Internet. Los esfuerzos de Acebes para establecer la legalidad del encargo fueron patéticos. Todo un papelón, el suyo, que espero carezca del copiativo maldito, pues bastante cruz es el original. Ni siquiera tuvo en cuenta en sus explicaciones imposibles, angelito, que el voto por correo, la forma de solicitarlos y sus requisitos están regulado por la ley al objeto, qué casualidad, de impedir fraudes como el intentado por el PP de Melilla. Excuso decirles que si lo de Melilla lo hubiera hecho el PSOE, ni les cuento la que hubieran armado los peperos, que lo convertirían en el mayor escándalo de la democracia y tiro porque me toca. Sin embargo, prefiero subrayar que del PP sólo Esperanza Aguirre le echó un cabo a la neurona de Acebes; igual la tienen a medias. Relaciono esta soledad aparente con el lavado de manos de Rajoy respecto a la teoría de la conspiración del 11-M que Acebes, cómo no, sigue defendiendo a capa y espada; mientras no disponga de otra cosa. Si añadimos los anatemas de Gallardón, disconforme con el boicot a Prisa, y del diputado valenciano Joaquín Calomarde, que osó reivindicar el centrismo para rescatar al PP de la ultraderecha, hemos de convenir que algo les pasa. A lo mejor advirtieron que van mal por el camino que llevan de cara a las urnas. De ahí que alguno insinuara que no son los votos el único medio de sacar a Satanás de La Moncloa. Han logrado los peperos que desearles un batacazo en mayo no sea cuestión partidista ni ideológica: pura y simple higiene ciudadana política y mental. Ustedes dirán porque por hoy yo ame bajo en ésta.