La atronadora soledad de López Aguilar por EDITORIAL

Lo cierto es que López Aguilar hace una gran labor en su guión de fuerte diseño individual pero ajeno a las necesidades de grupo. Es ministro brillante pero ajeno al vector Moncloa y al vector Canarias, vector este último que en ese momento estaba desvencijado con un Saavedra mendigando cualquier cosa.

Es el vector Moncloa el que lo manda a Canarias defenestrado, pero esperanzado. Y hace un papel otra vez brillante, muy superior al de su defenestradora María Teresa Fernández de la Vega en Valencia.

En Canarias, la soledad de Juan Fernando se convierte en ruido atronador y ganador por cuenta propia. Instalado en su vector se convierte en líder electoral, en lo que ni siquiera Saavedra nunca fue.

Pero nuestro hombre no sabe de música, no sabe que igual importan los sonidos que los silencios y vuelve a pedir plaza en Madrid, donde esta vez no le esperaban. Su amistad real con Zapatero le hacía concebir ilusiones que en ningún momento tenían la mínima justificación. Saavedra decidió no mendigar y encabalgar la bestia. Y Ganó.

El ministro canario es hoy una sombra en Madrid y un fenómeno electoral en Canarias. Como le gustaría escuchar a Juan Fernado, un oxímoron.

El riesgo para Canarias es que él, como Saavedra, sólo gustan de colocarse a ellos mismos. Sólo a ellos mismos. El vector no acepta compañía que no tenga su misma dirección y su mismo sentido.

Y hoy hay en Madrid más de 400 altos cargos y sólo uno es Canario, y no por cuota, sino por sus méritos. Es el germen de esa Coalición Canaria hoy disipada: su anhelo por tener presencia canaria en Madrid.

El actual secretario general del PSC se prepara ahora mismo para un complicado congreso federal en el que ni siquiera tiene seguro el apoyo de la federación de Canarias. No basta el respaldo del electorado cuando determinados vectores convergen y provocan una fatalidad política.