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Cuando las barbas de tu vecino veas cortar
La Fundación IDEAS ha elaborado el informe “Biocombustibles líquidos: situación actual y oportunidades de futuro para España” en el que se concluye que una de las soluciones a nuestra dependencia energética, pasa por sustituir la gasolina y el diesel, por bioetanol y biodiesel provenientes de cultivos agrícolas o forestales. Este cambio de combustibles fósiles a biocombustibles, mitigaría la emisión de gases de efecto invernadero, nos garantizaría el suministro de combustibles líquidos y pudiera mejorar la gestión de los recursos agrícolas, del agua y del suelo, y poner en producción tierras actualmente en barbecho.
En este momento hay tres clases de biocombustibles líquidos en distintas fases de desarrollo y empieza a hablarse de una cuarta generación basada en procesos termo-y bio-químicos. Los de primera generación ya están en el mercado, proceden de cultivos de caña de azúcar y maíz (etanol), o girasol y soja (biodiesel), y utilizan las técnicas de la agricultura alimenticia. Los de segunda generación proceden de residuos como la paja, hierbas, tallos, cañas, raíces, etc..., por lo tanto no compiten por la utilización de suelos agrícolas, pero se encuentran en fase precomercial. Y los de tercera generación- hidrógeno procedente de la biomasa o aceites procedentes de algas, aunque aún muy lejos de su producción a gran escala y comercialización.
A partir de la segunda generación ya no compiten con la producción de alimentos, la objeción más esgrimida por sus detractores, y pudiera ser una oportunidad para nuestro archipiélago, poniendo en producción los baldíos terrenos que afean nuestra geografía insular.
El Consejero de Agricultura del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, Demetrio Suárez y su equipo técnico han elaborado un mapa del Sector Primario de la isla, que nos pone de manifiesto las hectáreas de suelo agrícola de la isla, que concretándolo al término municipal de Telde, desde donde escribo, el suelo en barbecho es de 2.271 hectáreas. Extrapolemos a todo el territorio insular, y tendremos una idea aproximada de los millones de metros cuadrados que pudieran dedicarse a cultivos destinados a generar los biocombustibles.
Quizás se me tilde de oportunista, cuando el mundo mira sorprendido y acongojado hacia Japón, y las secuelas del devastador tsunami, que ha puesto una vez más de manifiesto, el riesgo de la energía nuclear para generar “energía limpia y barata”, pero que no compensa, ante los riesgo que se asumen; a pesar de lo que nos digan los políticos, como el Sr. González Pons, que para justificar la apuesta del Partido Popular por dicha energía, hace comparaciones tan peregrinas como relacionarla con la seguridad de los edificios construidos en altura.
Brasil es un ejemplo de las posibilidades que el aprovechamiento del suelo agrícola, no productivo puede tener en la generación de los biocombustibles. Cierto, que la medida conlleva adecuar el modelo de Brasil, y adaptarlo al mapa energético de nuestro país, y en concreto a nuestro archipiélago. Para ello, en las conclusiones del informe de la Fundación IDEAS se propone:
1. Cumplir los compromisos contraídos respecto a mezclas en torno al 5% y promover que la cantidad de biocombustible aumente al 10% para 2020.
2. Favorecer el desarrollo de los vehículos híbridos, que funcionan con electricidad y combustible, y del vehículo flex (vehículos de combustible flexible que funcionan con cualquier mezcla de etanol y gasolina), ambos tecnológicamente viables.
3. Promover la introducción de biocombustibles de segunda generación y electricidad como fuentes energéticas para el transporte.
La Fundación nos recomienda actuar ya. Cumplir con nuestros compromisos internacionales de controlar las emisiones contaminantes exige que tomemos medidas en el sector del transporte. Los biocombustibles son una alternativa viable para empezar a mejorar el impacto medioambiental del transporte y pudieran aportar también un impulso a la agricultura, la industria del automóvil y el desarrollo de nuevas tecnologías generando una nueva vía para la creación de miles de puestos de trabajo.
Ha llegado la hora de hacer posible compaginar energía hidrológica, eólica, solar y la de nueva generación: la producida por nuestro improductivo suelo agrícola.
Antonio Ortega Santana
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