Que se callen los parados

Paulino parece atrapado en ese embrollo al hablar de tendencia a la mejora económica de la innominada “a pesar de los 250.000”, pertenecientes, supongo, a la economía real. Lo que me suena, qué quieren, a invitación a ese cuarto de millón de parados a que se calle, pues, “a pesar de ellos” la innominada se recupera. Sé que no quiso decir eso, pero bien que parecía de contaminado por tanto neocón de pacotilla, de los que le hacen presupuestos y cargan la responsabilidad de la crisis a la majadería de quienes se empeñan en comer tres veces al día; con algún enyesque entre horas, a poder ser. Si no están de baja en la playa, claro.

Rivero habló sobre todo de turismo y no seré yo quien le enmiende ahí la plana por hoy. Aunque, ya ven, se me cruzó en el mismo barrido de los periódicos la noticia de que un proyecto de Las Palmas de Gran Canaria ganó el primer premio nacional a las Buenas Prácticas Locales por el Clima, en su apartado de energía. Lo que supondrá la instalación en la ciudad de cinco molinos de energía microeólica que, además de aportar trabajo, permitirán rebajar la factura municipal eléctrica. Buena noticia que completo con la de que Canarias es de las comunidades españolas que más ha incrementado en los últimos años las emisiones de CO2 a la atmósfera, sin que sepamos si el Gobierno tiene intención de hacer algo.

Quiero decir que, metidas todas estas noticias en el bombo, sale una felicitación al Ayuntamiento de Las Palmas por su iniciativa; el recordatorio del atraso de las islas en el desarrollo de las energía eólica y la solar respecto a otros lugares de España y de Europa con menos insolación y vientos menos propicios, gracias a no pocas desidias y al fiasco del concurso eólico grancanario por mor de Soria que jeringa cuanto toca. Y el aplauso, que también debe salir del bombo, a las iniciativas energéticas y medioambientales de El Hierro y de los municipios del suroeste grancanario, de las que poco sabe la opinión pública canaria cuando deberían estar lideradas e impulsadas por el Gobierno como parte sustancial de su política energética a escala de archipiélago. Lo que es mucho pedir, lo sé.

La ignorancia o el relegamiento de estas posibilidades energéticas, y de otras en diversas vertientes de la actividad económica, hace que suenen inconsistentes las referencias paulianas a la economía canaria cuando le da el pronto trascendente de mirar al futuro ya que nada se le ocurre para remediar el presente. Tengo la sensación de que ese presente suyo es aguardar a que se reactive el turismo en la esperanza de que vuelva lo de antes. Para lo que se han dispuesto las nuevas normas urbanísticas y el famoso descatálogo de especies protegidas que acaben de una maldita vez con cualquier obstáculo al cemento.

El circo último de los presupuestos no es sino muestra de la mediocridad política que recorre las actuaciones de este Gobierno. Por cierto: le pediría a Sanidad que cuando contrate médicos de fuera se cerciore de que hablen español y sepan que es el pomo reparar.