Espacio de opinión de Canarias Ahora
La canariedad en la obra de Carmelo Montesdeoca
El artista terorense Carmelo Montesdeoca expone desde el pasado día 28 de agosto al 14 de septiembre, en la Casa de la Cultura de Teror, con motivo de las fiestas de El Pino 2014, que también ha realizado el cartel del evento mariano.
Es Motesdeoca un creador de raza, auténticamente vocacional con el arte que practica y con el que se siente absolutamente resarcido en su estética y expresión pictórica. Desde que despertara esa aptitud en su niñez-adolescencia, no ha dejado un solo instante de su vida de complacer su ego interno por las gratas sensaciones que le produce la pintura artística. Su mirada al entorno comenzó a ser de múltiples gráficos y cromías, vistas desde el espectro de sus adentros. Posee una distinguida acuidad para ver y apreciar los rededores del ambiente cotidiano. Su sentir de artista hizo que su deleite fuera indesmayable, continuo, sin abulias para conseguir la complacencia del sublime quehacer artístico. Por esa fuerza oculta que alberga en su interior, su arte no ha quedado nunca postergado. El trabajo diario en su estudio, se ha convertido en la mística que colma la necesidad de expresarse por este lenguaje de la plástica.
Este pasional artista, que desde que tuve la ocasión de conocerlo (por la compartición de trabajos de diseños gráficos), denotaba en las charlas sobre arte, un extremado apasionamiento emocional. Es el revivir por la palabra lo espiritual que el arte entraña. Sentir las excitaciones internas que generan su contemplación y realización propiamente. Desarrolla una exacerbada manifestación de este estado de ánimo que se transmite a través de la palabra hablada –y de las figuras coloreadas cuando las crea–. Ese mismo estado emocional lo traslada a las imágenes de las pinturas que plasma, cuando las transforma conceptualmente, y sobremanera, cuando se obnubila en ellas mediante la creación plástica. El artista es abducido por inenarrables fuerzas de su otro yo, que anulan su mente racional, para concebir y plasmar la obra pictórica que le caracteriza.
Carmelo Montesdeoca posee una fina acuidad para el arte, pero no es menos sensible hacia los aconteceres sociales que la vida nos presenta día a día: las penurias humanas, las injusticias sociales y políticas, precisamente, en estos momentos de malevolencia hacia la sociedad del bienestar y las clases menos favorecidas. También en estas charlas expone su respetada opinión de apoyo y conmiseración a todos los congéneres. Es, en síntesis, un artista comprometido con la ética y la moral en su vivir compartido, sin ser indiferente a todos los trágicos padecimientos en las privaciones de estos tiempos. Él, como persona, no se encripta en su torre de marfil de la práctica pictórica. Vive y siente el arte, y vive y siente a sus iguales humanamente.
El arte de Carmelo Montesdeoca Ortega cabalga, desde hace muchos años, a la grupa de dos rituales artísticos: El primero, la figuración de la canariedad de su entorno paisajístico y costumbrista, con su epicentro en la cultura isleña, del que no renuncia, por la emotividad y fuente de inspiración y compromiso moral que conlleva en su realización pictórica; el segundo, es un arte muy peculiar, el cual le ha singularizado por tener una concepción creativa propia y original, engendrada por un excelso dibujo con el que es agraciado, originado éste por su fino talento para las artes plásticas (pero que en esta ocasión, no son presentadas este estilo de obras).
Montesdeoca es un artista de dilatada formación académica. Dogma docente que durante mucho tiempo se impuso como única metodología en las Escuelas de Bellas Artes, que en la época de sus años mozos pisó y aprendió en sus aulas. Hecho pedagógico que le grabó en su sensibilidad y en su devenir, y que también él aceptó de buen grado en su lenguaje pictórico. Además, del constante trabajo que le infundió: técnica, oficio y experiencias.
La reciente producción pictórica que presenta y titula Miradas al entorno está realizada bajo esos parámetros de figuración objetiva y realista, pero representada gráficamente bajo la dominante de un asumido estilo propio. En estas pinturas figurativas basa su predicamento en el paisaje grancanario, tanto de vistas rurales, urbanas, como en marinas del litoral costero isleño de su isla; y por otra, en íntimas vistas de interiores de hogares.
En ambos temas, el dibujo de los objetos y el color local de ellos dejan ostensible el excelente dibujante que es, y el escrupuloso colorista, que también. Tanto el uno, como en otro, son los artífices para que su obra tenga los valores cualitativos con el que siempre ha contado en la opulencia de su oficio artístico. Las imágenes del entorno visto son originadas por la interpretación subjetivada del artista, por lo que dejan de pertenecer a la naturaleza vista y a los objetos dibujados para ser figuras nuevas, salidas de la agudeza sensitiva de Montesdeoca, las cuales ya no tienen ningún parecido con la realidad de donde han sido inspiradas y extraídas. Eso es el arte: imaginar, crear y ver desde los adentros unipersonales, por el prisma particular del creador-artista.
En estos recién concebidos paisajes e interiores, son plasmados pictóricamente por el procedimiento del óleo –pigmento oleoso que eternamente será un medio pictórico de las vanguardias artísticas, por lo que el mismo no sufrirá menoscabo alguno en su uso plástico, aún en este siglo altamente tecnológico–. Junto al óleo se complementa por el collage y texturas abruptas, originando ambas visual y táctil unos considerables bajorrelieves en las imágenes. Todas las manchas que complementan las figuras dibujadas están saturadas de matices agrisados en múltiples variaciones, producto de la mezcolanza de varios pigmentos de su rica paleta. Consecuencia de ello es la ausencia de colores planos homogéneos y simplistas en los anímicamente cromatizados elementos. El sino estético de este artista no queda complacido sin la aplicación de esta detallada cargazón de matices cromáticos. Su fruición y goce de los sentidos lo autogenera esta riqueza cromática que vive y emana de su alquimia, teniendo como sujeto al ser sensible que la hace realidad por sus sentidos emocionales. Este es otro de los alardes de su virtuosismo pictórico, como consecuencia de la sensibilidad, talento y oficio que atesora el artista de Teror.
Carmelo Montesdeoca, es un artista que se ha instalado en su pueblo natal, hecho que por entrañable nobleza ha querido permanecer y realizar su arte en su terruño, incluso obviando los cenáculos artísticos de la capital grancanaria. Deduzco que este artista si hubiera tenido ambición de laureles y del apreciado mérito para su arte, se hubiese ubicado en una de las grandes capitales europeas, donde se valoran a los artistas cualitativos (y él lo es), sin tener en cuenta su procedencia o aldeanismo que en estas islas se provoca adrede. Pero tal decisión la ha tomado lozanamente y bajo su libre albedrío. Su filosofía de vida está en realizar su arte y en su canariedad cultural, careciendo, en su sencillez, de apetencias superficiales. Al fin y a la postre solo es vanitas vanitatum et omnia vanitas.
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