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¿Es la crisis el espejo de un nuevo reparto económico mundial?

Justo Menéndez Viejo / Justo Menéndez Viejo

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Pues bien, en el caso de este tipo de análisis, el invento consiste en analizar la evolución de los valores en bolsa sin atender al valor real de las empresas, sus bienes, su solvencia, know-how, I+D, organización, financiación, mercados, etc.? De esta forma, tan sólo analizando el gráfico que representa la evolución de un determinado valor, atendiendo únicamente al comportamiento de su cotización en bolsa y teóricamente, a la percepción subjetiva de los inversores, es posible predecir su comportamiento y casi su futura rentabilidad; con muy pocos analistas y la inmediatez y precisión suficiente como para producir enormes beneficios. O sea, que sólo viendo cómo va saliendo el dibujito y sin otro contacto con la realidad, se toman decisiones económicas instantáneas y automáticas que afectan a miles y miles de personas.

Además hay un enorme número de sistemas automáticos funcionando día y noche que venden o compran en las distintas bolsas del Mundo en función de reglas prefijadas por cada inversor ? atendiendo sólo a los precios- de forma, que cuando una cotización supera ciertos límites, venden o compran todos casi al unísono. Por eso, aunque la sacralizada “ley de la oferta y la demanda” lo justifique todo, no puede explicar lo que ocurrió el otro día en Wall Street; donde un mínimo error humano produjo una caída de las cotizaciones superior a un 8%; con un volumen de dinero absolutamente fantástico moviéndose frenéticamente, en medio de una histérica orgía de pérdidas que contagió a inversores todo el mundo. Pero,? me pregunto yo ¿qué tiene todo esto que ver con la oferta y la demanda, con las expectativas de beneficio que se le deben suponer a cualquier inversión, o con las potencialidades económicas de los distintos países?

Que venga Adan Smith y lo vea, si -con la irrupción de las nuevas tecnologías- no se ha producido un verdadero cambio radical, que lo desvirtúa todo, en lo que tradicionalmente hemos denominado mercado de valores. La confianza de los mercados bursátiles no se puede corresponder con errores de teclado, o con el dictamen de los sistemas informáticos.

Hoy, “las transacciones financieras a nivel mundial tienen un importe 75 veces superior al de las transacciones reales de bienes y servicios” (Jesús Lizcano ? EL País 14/02/2010), y uno se tiene que preguntar ¿por qué y para quién es rentable todo ese trasiego de capitales? ¿Qué pasaría internacionalmente con los costes de producción, con la capacidad de endeudarse de los estados, o con su capacidad impositiva,?, y en definitiva, con el reparto de la riqueza, si tan sólo se redujeran a la mitad todo ese inútil volumen de irreales transacciones?

Ya en el año 1978 el Nobel de Economía James Tobin pedía “echar arena en los engranajes demasiado bien engrasados” de los mercados monetarios y financieros internacionales. Ahora la crisis nos revela que hemos creado una nueva especie de voraces y perversos monstruos financieros semiautomáticos, que en un auténtico “monopoly global”, se retroalimentan de una prensa económica cada vez más amarilla, y de las informaciones que difunden los propios especuladores o las agencias de rating, convertidas por la propia dinámica de los hechos en agentes desestabilizadores. Además, ese anhelo sensacionalista de datos económicos que pretende interrogar al futuro, también lo condiciona y esa moda del análisis precipitado de cualquier indicador adelantado que pudiera caer en manos de la prensa, se ha convertido en un nuevo factor.

Creo que está clarísimo que si Zapatero hubiera conseguido aplicar su receta para salir de la crisis económica, hubieran dejado en ridículo ante ese neo-sensacionalismo económico, a muchos países y líderes europeos económicamente más conservadores, y eso, tampoco se podía consentir. Para algo existe desde hace tiempo el tinglado de las calificaciones y los tipos de interés, ese contra poder del dinero sobre los políticos, o el cruel chantaje del mundo financiero sobre las políticas de izquierdas y los países en desarrollo.

En consecuencia, se nos impone reducir el consumo y retardar la salida de la crisis, destinando al pago de intereses a la gran banca, esos ingresos de funcionarios y cheques-bebe que son convertibles en consumo puro y potencial crecimiento. Un verdadero castigo que debiera dirigirse a varios de los países europeos que doblan la ratio “deuda sobre PIB” que presenta España. Y como vale todo lo que producen beneficios, también se constituye en indicador adelantado el probable castigo electoral del PSOE.

Mientras nada cambia desde octubre de 2008 y se utiliza eufemísticamente el término “reformas estructurales” para anunciarnos la desregulación del mercado de trabajo, pero no se puede llegar a un pacto por la educación, no me queda ya ninguna duda ¡Son insaciables, quieren más, más y más beneficios a costa de lo que sea!

El Mundo sabrá, si podemos continuar permitiéndonos estas crisis sucesivas, si se acerca el momento en que debemos poner límite a los mercados, o si los estados deben aliarse definitivamente con los especuladores. Mientras tanto la cosa solo puede ir a peor, porque nos hemos acostumbrado a ver como necesaria, una enorme economía especulativa que funciona muy bien, pero está absolutamente descontrolada y perjudica a una inmensa mayoría de la población mundial en beneficio de unos pocos.

* Militante del PSC-PSOE de Santa Cruz de Tenerife.

Justo Menéndez Viejo*

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