Digo Diego

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Pablo Casado, el pupilo de Aznar, actúa miméticamente como su antiguo jefe y repite como un mantra lo de “váyase, señor González”, cambiando el apellido por el de Sánchez. 

No importa que no haya razones de peso (para la oposición siempre las hay) para pedir su dimisión pero tal es su desesperación que busca cualquier subterfugio para exigir la cabeza del presidente del Gobierno de España. 

Ahora le ha tocado pedir la dimisión por las revueltas en Cuba después de que Pedro Sánchez afirmara en una entrevista que el régimen cubano no es una democracia. Al menos ya se ha pronunciado más contundentemente que los anteriores presidentes populares.

Casado no tiene ningún problema en llamar dictadura a Cuba porque afortunadamente no es presidente del Gobierno de España y solo ejerce de líder acomplejado de la oposición. En eso también salió a su maestro Aznar, que afirma en la oposición lo contrario que decía en el gobierno. Donde decía digo dice ahora Diego. 

Ya le pasó con el terrorismo cuando tuvo la desfachatez de llamar a ETA 'movimiento vasco de liberación nacional'. También le pasó con los indultos que ahora criminaliza y que en su época de presidente firmó más que ninguno de sus antecesores y sucesores.

Firmó más indultos que Felipe González a pesar gobernar la mitad de las legislaturas que el andaluz. Fue con diferencia el presidente del Gobierno que más presos etarras acercó al País Vasco pero ahora no deja de dar la tabarra, como el abuelo cebolleta, sobre los acercamientos, que no excarcelamientos, de los presos terroristas. 

Pablo Casado padece la misma esquizofrenia política porque aún no ha llegado al gobierno ni dios quiera que llegue. Desde la oposición, desde detrás de la barrera, es muy fácil ver los toros.

El presidente Sánchez no ha dicho claramente que Cuba sea una dictadura como tampoco lo dijo Rajoy ni el propio Aznar en sus años de gobierno. Pablo Casado, que no tiene ni puñetera idea de diplomacia política, pretende que Sánchez diga lo que nunca dijeron los presidentes correligionarios del Partido Popular. 

Le exige a Sánchez que emplee palabras que no ayudarán a resolver el problema de fondo (pero sí ayuda a la bronca política doméstica) a la vez que no menciona los silencios alevosos de sus queridos Aznar y Rajoy. 

El problema de las tres derechas españolas es que no tienen ni una pizca de fuerza moral para exigir nada de esto a Pedro Sánchez. El PP nunca fue hostil con el régimen cubano mientras gobernó España. Vox está liderado y fue fundado por ex miembros del Partido Popular cuando este no se atrevía a llamar dictadura a Cuba mientras que a la vez firmaba acuerdos con China, el principal país comunista del mundo. 

Cobarde con los grandes y valiente con los chicos. Y Ciudadanos es tan poca cosa que no solo no ha gobernado España en ninguna ocasión sino que ni está ni se le espera para hacerlo en el futuro. Sí Inés Arrimadas fuera un día ministra de Asuntos Exteriores se comería las palabras que ha vociferado estos días. 

Así es muy sencillo criticar a Cuba y al Gobierno español al mismo tiempo. Habrá que recordar a estos patriotas de hojalata que Manuel Fraga fue un gran amigo de Fidel Castro al que invitó a Galicia cuando presidía la Xunta y nunca tuvo una mala palabra crítica contra él. Fraga, que era mucho más inteligente que Aznar, Rajoy y Casado juntos, mantuvo siempre relaciones cordiales con la Cuba castrista a pesar de haber sido ministro de Franco. O a lo mejor gracias a eso. 

Cada vez que habla Casado sube el pan. Como siga haciendo estas absurdas y surrealistas declaraciones pagaremos un día la barra gallega más cara que la luz. 

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