Los disfraces preelectorales

Estamos tan acostumbrados a tomarnos la democracia como un juego – el sistema tiene sus normas, por supuesto, y sus formalismos, aunque no sus penalizaciones, como otras actividades lúdicas reglamentadas- que solemos aceptar con naturalidad lo que muchas veces no es más que un burdo engaño o un patente intento de embaucarnos. - Y todo eso, ¿por qué no lo han hecho hasta ahora?... ¿Y por qué han actuado al revés de cómo a partir de ahora aseguran van a actuar? Las legislaturas son breves, arguyen. Los errores enseñan. Pero, el elector debiera no dejarse encandilar por posturas novedosas adoptadas a última hora (me refiero a las posiciones de cualquier partido, advierto, lejos de mi ánimo hacer proselitismo por cualquier bando) y analizar con lupa y juicioso detenimiento las promesas provenientes de dos principales siglas aspirantes al poder. ¿Qué de lo que ahora anuncian que harán prioritariamente pudieron hacer durante estos tres últimos años y pico los unos y durante los cuatro anteriores los otros?... Ahí está el quid de la cuestión. Ahí y en los talantes y hábitos metamorfoseados a última hora. También en el manejo de los símbolos y en las corrientes y protagonismos emergentes. No estaría de más tampoco recordar –porque los partidos en liza no nos lo recuerdan nunca- que, en las generales, elegimos, primordialmente, a los legisladores. Y que son demasiadas las leyes que en este país precisan de cambios urgentes y de adaptaciones rápidas a la realidad social y a las necesidades ciudadanas. A nivel autonómico y canario parece que los partidos nacionalistas se van a unir para acudir a las urnas como una confederación o como ustedes quieran llamarlo, para beneficio exclusivo de Coalición Canaria, supongo, que únicamente con esa jugadita tendrá posibilidades de lograr los escaños necesarios para intentar contar de nuevo con grupo propio en el Congreso. Ya veremos. Román Rodríguez y su Nueva Canarias se quedan fuera –pura coherencia, claro, porque si no merecerían palos- de este proyecto que tampoco deja de ser un disfraz bastante burdo. Ni aunque CC, PNC, CCN, IF y PIL se pusieran idéntica careta, no habría nadie que creyese en la existencia y ni en el embrión siquiera de un nacionalismo unificado en las Islas.

José H. Chela