Dolor de corazón sin propósito de enmienda

Los psocialistas no creo que se callen mucho y en cuanto a Soria ni les cuento. Dijo desear una candidatura que le dispute la presidencia del PP, pero a la hora de la verdad impuso su imperium hortera para espanto de potenciales osados; y por si acaso dispuso que la campaña de esa supuesta candidatura tenga lugar en agosto cuando ni con crisis ni sin ella está nadie en su sitio y mucho menos dispuesto a soportar jaquecas.

Un proceder típico el suyo: aparece en la Prensa muy tolerante y luego machaca de puertas adentro a quienes se han creído su buena disposición bajo los focos. Ni el hecho de que ande metido o muy cerca de la mayoría de los escándalos conocidos le impide a Soria continuar como si tal cosa al frente de un PP claramente adocenado; por más que el marqués largue que da gusto; no sé si como Agamenón o su porquero.

En cuanto a la autocrítica de CC, ya se han despachado a gusto otros compañeros escribidores. Considera su presidente, Torres Stinga, que CC ha perdido contacto con la gente, que se ha anquilosado y es menester renovar el modelo y los mensajes. Dado que tengo buenas referencias de Torres Stinga, atribuiré a ingenuidad y poca experiencia suya proponer una renovación que no cuestiona a los responsables de los males señalados. Es muy propio de esta democracia que los responsables de las torpezas sean los primeros en apuntarse a la renovación que, como la caridad, debería empezar por ellos mismos. Más catecismo es lo que se necesita.

Torres Stinga anda entre la abstracción y la indefinición habitual en esta tierra. Parece haber dicho algo importante pero no es cierto. Porque ¿pasa su renovación por una propuesta de reforma estatutaria en condiciones que cambie el sistema electoral? ¿O por acabar con la centralización del Gobierno regional para que los Cabildos dejen de ser meras extensiones suyas y se conviertan en auténticos gobiernos insulares? ¿El Estado de las Autonomías excluye a las insulares? Son las preguntas que debería responder y que san Manuel Velázquez lo asista. Más catecismo, pues.

El actual Estatuto está muy imbuido, a mi entender, del espíritu centralizador e intervencionista de la Provincia negadora de la entidad “isla”; aunque lo edulcoren con la orgía de los cruces de cargos que garantiza en cada isla un núcleo dirigente de agradecidos y algunas transferencias menores que el Gobierno puede revocar en cuanto le cuadre, sin renunciar nunca a meter las narices. Prevalecen en estos cruces las procedencias insulares de los nombrados sobre su cualificación profesional y técnica. ¿Renovará el procedimiento de cruces que ha instituido una cuota para los mediocres no prevista en ninguna Ley de Igualdad? ¿Seguirá el reparto por islas del botín?

Torres Stinga ha confesado su dolor de corazón pero no concreta el propósito de la enmienda indispensable para que la gente perdone a CC sus pecados y vuelva a acercársele.