Es verdad que el verdadero programa del PSC lo aprobaron los órganos del partido la semana pasada; pero eso no quita. También es cierto que se manejan infinidad de documentos antes del programa definitivo y que siempre alguien puede meter un forro; por irresponsabilidad o negligencia en la idea de que, total, qué más da si las propuestas nadie se las lee ni se las cree; o por mala leche, que la hay. Pero eso tampoco quita. Pasara lo que pasara, López Aguilar puso el documento sobre la mesa a la que se sentó con los directores de periódicos. Cosa que pueden disculpar quienes quieran hacerlo, pero no, en ningún caso, justificarla: fueran cuales fueren las circunstancias y la intencionalidad de quien lo coló, el candidato lo dio por bueno y a eso me atengo. A mi entender, lo ocurrido es inexcusable y deberá pechar López Aguilar con lo que le venga; que no será poco por cuanto refuerza la imagen de candidato a palos que de él proyectan sus rivales políticos y aquellos del frente económico a los que alarma su voluntad proclamada de cambiar las cosas. Los del conchabo político-empresarial han recibido un regalo inesperado que aprovecharán para seguir en las mismas.Desconozco la génesis del asunto. No descarto la ambición de algún meritorio cortito que se adornó con plumas ajenas para aparentar capacidades de las que carece. Tampoco que fuera una zancadilla con la agravante de recochineo y abuso de confianza. Pero siempre será López Aguilar el responsable último, pues suya es la cara que miran los electores.El patinazo habrá alegrado a los psocialistas disconformes con la candidatura. En las elecciones generales pasadas ya vimos al mismo López Aguilar sufrir tarascadas de compañeros que le hicieron más campaña en contra que los mismísimos rivales políticos. Siempre han dado los psocialistas la impresión de no querer ganar, pero sólo pasa que algunos prefieren el triunfo de cualquier otro con tal de que no salga el compañero al que han esquinado y procuran hacerle el vacío para propiciarle el costalazo.Por lo visto, López Aguilar descubrió el pastel días antes de que se hiciera público. Tardó en coger el toro por los cuernos y ahora que le viene el bicho resabiado, deberá darle de capotazos como pueda.-P.S. En este punto de la columna me entero de la dimisión de Juan Romero Pi, presidente de la ZEC, como asesor del candidato. Es el autor del desaguisado pero tras releer lo escrito, no creí necesario modificarlo.