Espacio de opinión de Canarias Ahora
Homenaje a las cataluñas
Me sucedió, casi en el estreno de un nuevo trabajo hace veinticinco años: se murió el rey de Marruecos y había que redactar el pésame que llegaría en forma de telegrama y nota de prensa para los medios. (Suerte de inexistencias de redes sociales). Por eso no me sorprendió encontrar en una edición reciente de “Llamada para el muerto” –la primera novela de John le Carré- la siguiente leyenda, en los créditos: “El editor queda a disposición de aquellos que ostenten los derechos de traducción de Nieves Morón, con quienes no ha podido contactar.” La desaparecida y desconectada Morón hizo, en su día, una espléndida traducción de la primera aparición de George Smiley. Merece, sin duda, cobrar sus honorarios.
También, el diseñador de la camiseta promocional de Salvador Illa en las elecciones catalanas, pocas cosas son más elocuentes que la sutileza de una silueta, sin embargo de eso nadie ha hablado, como casi no hablan de quién y por qué ganó las elecciones de manera histórica mientras los contrincantes hacían todo lo demás de forma histérica. Me apunto para el futuro inmediato si hay gobierno PSC, un protagonismo alto y sutil de la actual alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet (una villa de mis infancias), Núria Parlón. Ahora tiene que atender, como portavoz socialista catalana, a los desesperados periodistas a los que los resultados no confirmaron vaticinios y a las analistas conspicuas de la prensa conservadora a las que se les aparece Puigdemont en la caja de galletas. Cuanta maledicencia, por favor. Por mi parte, claro.
Cuando solo se trata de decir lo que uno piensa, es recomendable evitar los adjetivos convulsos y los adverbios espásticos. Por ejemplo, “sentimos el dolor de la familia alauí como nuestro” escribí en una primera versión con un pañuelo del frente Polisario al cuello. Otra cosa: “el pueblo canario…” qué manía la de hablar en nombre de esos entes metafísicos. La escritura se convirtió en un manifiesto aséptico y patibulario, y a otra cosa que en este caso se dijo Alfredo Kraus el cual se murió dos meses después.
Era imposible que tuviera a mi lado, en aquel tiempo, la última de Smiley, “El legado de los espías” porque no estaba escrita, le faltaban diecisiete años. “Yo soy europeo, Peter” dice le Carré en boca de Smiley al final de la novela. “Si alguna vez he tenido una misión, si he sido consciente de alguna responsabilidad más allá de nuestros contenciosos con el enemigo, ha sido con Europa. Si he tenido algún ideal inalcanzable, ha sido el de sacar a Europa de su oscuridad para llevarla hacia una nueva edad de la razón. Todavía la tengo.”
Con la escritura atragantada de aquel dichoso telegrama de pésame, yo pensaba en Europa y en mi mismidad europea; en la Europa de las ideas, las culturas, las personas, las lenguas, las artes y las campiñas y los pueblos, no, por supuesto, en la de los estados, las naciones, las identidades y las fronteras. Las cataluñas siempre han sido lo europeo más próximo, lo europeo de crianza universitaria y profesional para mí. A ellas me agarré para acabar el telegrama. Me llamó Smiley, y dijo: “así está bien. Puedes mandarlo.” Lo hice.
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