El Día es referente principal. Lleva décadas insultando a Gran Canaria y vejando a sus habitantes sin encontrar réplica. Pero resulta que lo demagógico es señalar cuanto tiene de síntoma preocupante el éxito de su línea editorial. La ley del fonil en toda su crudeza.Afirma el lector de marras que las ideas del periódico no son suscritas por los estamentos tinerfeños. No lo sé. Pero sí sé que ningún estamento las ha condenado y que el Cabildo tinerfeño propuso por unanimidad a su editor para Premio Canarias de Comunicación. Si no comparten su línea, será que temen los cabilderos el poder de quien controla el periódico de mayor difusión de Tenerife; que no se para en barras y suele amenazar a los políticos “traidores” con publicar sus nombres para asegurarse su reprobación social.En alguna ocasión ha dicho el mentado lector, protegido bajo seudónimo,que El Día no pinta nada, que son los desatinos sin trascendencia de un loco. Todavía estoy esperando que explique la razón de que siga aumentandola difusión para desechar la teoría de la comunicación que vincula la difusión del medio a la conformidad de los lectores con su planteamiento editorial.La unidad regional no existe ni está en camino. Es una entelequia que da muy bien, eso sí, para componer villancicos. La cuestión es si optamos por mantener el artificio o procuramos que la gente pueda vivir en su isla sin sobresaltos provocados por la vecina.