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Un irresoluble dilema maniqueo: reforma (de integrados) o revolución (de apocalípticos)

Homenaje que el PSOE organizó este viernes 7 de junio a Paco Tovar en el TEA.

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Cuando nos detenemos en la trayectoria vital de una persona nos referimos al pasado próximo o al pasado lejano. Pero lo hacemos desde el presente. 

Vivimos ahora un presente contradictorio, crispado, trágico. Cargado de graves problemas y de difíciles retos. En Canarias el 20 de abril de 2024 se expresó mayoritariamente en todas las islas un profundo malestar con el modelo de vida económico, político y cultural que durante casi medio siglo de democracia se nos ha ido imponiendo. El actual problema de restricción de las libertades materiales y postmateriales (vivienda, trabajo, educación, sanidad, prestaciones, migración, etcétera) desde un sistema oligocrático extractivista, edulcorado mediante formalidades democráticas que a veces se olvidan, hace que las inequidades se eternicen sin encontrar vías de resolución. 

Esta dura realidad, inesperada y nunca antes imaginada, da todo su sentido y su razón a la trayectoria del amigo que hoy homenajeamos. La vida entera de Paco Tovar ha estado signada por el compromiso, un compromiso democrático y solidario en lo social y en lo político. 

Procedentes de Santa Cruz y de Las Palmas, nos conocimos en Madrid en septiembre de 1966, hace ahora más de cincuenta años, matriculado él en Ciencias Económicas y yo en Arquitectura. Paco era entonces un joven alto y delgado, de voz grave y magnífica presencia. Aquel fue el año de la explosión del movimiento estudiantil contra la dictadura franquista, flanqueado de luchas obreras y vecinales incipientes en muchos lugares de España. Ese mismo curso, aprovechamos la Semana Santa para recorrer a pie con algunos amigos las Hurdes, evocando el mítico documental de Luis Buñuel Tierra sin pan. Y en verano casi los mismos nos planteamos conocer la realidad de Lanzarote dándole la vuelta y durmiendo en tiendas de campaña. 

Aún recuerdo los libros que leíamos Paco y yo en la isla conejera. Él, Reforma o revolución, de Rosa de Luxemburg, y yo, Apocalípticos e integrados, de Umberto Eco. Ese doble y maniqueo dilema, tanto en su formulación positiva como en la peyorativa, iba a simbolizar sin que los supiéramos los dilemas que han caracterizado al mundo que se estaba fraguando y se empezaba a abrir paso desde entonces. Intuíamos que las reformas sin revolución democrática quedaban en nada, en mera integración. Y que la revolución sin reformas de raíz no era más que la siembra de un caos apocalíptico. 

Después, Paco fue detenido y encarcelado cuatro veces por la dictadura, según creo recordar, cuando ya me había trasladado a Valencia. A mitad del año 73 nos volvimos a encontrar, ya para siempre en Tenerife, después de nuestros respectivos dieciocho meses de servicio militar obligatorio en Infantería de Marina. El mundo nos recibió con el cruento golpe de estado de Pinochet contra el Chile de Salvador Allende. Y poco después el atentado contra Carrero Blanco no hizo más que incrementar la represión del régimen franquista, que con Franco ya agónico todavía realizó cinco fusilamientos en septiembre del 75 y asesinó a Antonio González Ramos en noviembre, tratando de salvar a la dictadura mediante la reinstauración de la monarquía, invistiendo ilegítimamente como rey al hijo del conde de Barcelona. 

En aquel turbulento contexto fue cuando creamos un nuevo partido, con la voluntad de hacernos cargo de los problemas de Canarias desde Canarias, sin seguidismo respecto a las corrientes antifranquistas que tenían a sus direcciones residenciadas fuera de Canarias, por lo que no entendían del todo lo que llamaban eufemísticamente “singularidades” isleñas (que no eran, ni son, más que los problemas específicos de una nacionalidad archipielágica de orígenes coloniales). 

El PUCC fue un intento de poner en pie un proyecto democrático constituyente para Canarias al final de la dictadura y al inicio de la transición a la democracia. Después del indudable éxito de partida, el doble dilema se fue imponiendo. La mayoría de las fuerzas democráticas optaron por una reforma pactada con la dictadura, de continuidad oligárquica con formas democráticas tuteladas. Es decir, optaron por la integración reformista con cambios insuficientes, como a la vista está. Una minoría, sin embargo, optó por el otro cuerno del dilema: se inclinó por una ilusoria revolución apocalíptica alejada de las reformas profundas que nuestra sociedad necesita. 

Nuestro proyecto democrático constituyente no fue suficientemente apoyado en los años del entusiasmo democrático. Y allí quedó. De aquellos polvos estos lodos: la “máquina del fango” enloda y oculta la corrupción, la impunidad y la involución democrática. Retrocedemos desde la democracia hacia las llamadas “democraduras”, dictaduras disfrazadas de democracias. Pero algo nos queda: ejemplos como el de Paco Tovar nos marcan el camino, un camino de dignidad, honestidad y solidaridad incuestionable. Gracias de nuevo, Paco.

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