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La importancia de la huelga general por José Manuel Corrales y Ramón Trujillo

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No olvidemos que hasta hoy hemos disfrutado de derechos laborales conquistados gracias a huelgas y luchas sindicales. Que las huelgas de ayer ayudaron a parir los derechos de hoy. Y que las huelgas y el activismo sindical de hoy darán la medida de los derechos de mañana. Por eso, nuestros hijos e hijas no se merecen que no vayamos a la huelga general del día 29. No se merecen que les dejemos menos derechos y menos calidad de vida.

Si la huelga general es un éxito servirá para disuadir al gobierno de perpetrar nuevos e inminentes recortes de derechos. Y ayudará a revertir buena parte de una contrarreforma laboral que, según el gobierno, no cambiará. Pero lo mismo dijo el gobierno de Aznar de su contrarreforma laboral y, sin embargo, acabó diluyéndola tras el éxito de otra huelga general. La participación en la convocatoria del día 29 es una inversión en derechos laborales y en calidad de vida.

La reforma laboral de Rajoy sólo busca reducir salarios. Y eso pese a que, de 1982 a 2010, el porcentaje de la renta que representan los salarios bajó del 73% al 61%. Es decir, la gente trabajadora nos hemos ido llevando un trozo de la tarta cada vez menor, tenemos menos dinero para consumir bienes y servicios y, por tal motivo, las empresas contratan menos, despiden más, ingresan menos, tributan menos y, al final, acabaremos haciendo permanente esta crisis, que está alimentada por los bajos salarios. En Canarias, una de cada tres personas con empleo gana menos de 550 euros mensuales.

La primacía del convenio de empresa sobre el convenio colectivo servirá para reducir salarios. La capacidad otorgada al empresario para modificar las condiciones de trabajo ayudará a reducir salarios. El alargamiento del período de prácticas, en el que los jóvenes cobrarán 481 euros al mes, y el mayor papel de las empresas de trabajo temporal ejercerán más presión a la baja sobre los salarios. El nuevo contrato “indefinido”, que permite despedir al cabo de un año sin indemnización, abarata el empleo y ocultará el nivel real de empleo temporal.

Asimismo, la inseguridad en el puesto de trabajo que provoca la reforma del PP también presiona a la baja sobre las condiciones laborales. Quien falte al trabajo nueve días durante dos meses por enfermedad, justificada con baja médica, podrá ser despedido. Una empresa con beneficios multimillonarios podrá despedir a bajo coste si acredita una reducción de los beneficios en los últimos nueve meses. Los despidos colectivos no requerirán control de la administración y podrán realizarse en el sector público y, por lo tanto, así se acelerará su desmantelamiento y su privatización para, con posterioridad, volver a contratar a una parte de los trabajadores en peores condiciones.

La reforma laboral del PP nos condena a un futuro de precariedad y empobrecimiento con el pretexto de la crisis. Una crisis en la que, si ha influido en ella el mercado laboral, ha sido por la insuficiente demanda que generan los bajos salarios. Por ello, la reforma de Rajoy, sumada a sus medidas de recorte del gasto público, sólo servirá para agravar la crisis y el desempleo y, por último, provocar un rescate de España.

Hoy es más necesaria que nunca nuestra participación en la huelga general. No podemos ser meros espectadores del desmantelamiento de nuestro incompleto Estado del bienestar y no implicarnos en la defensa de nuestros derechos. Así que, precisamente cuando ya se vislumbra una huelga general con más seguimiento que las anteriores, es importante que los indecisos se decanten por participar en la huelga general para que su efecto sea más contundente.

José Manuel Corrales y Ramón Trujillo

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