Espacio de opinión de Canarias Ahora
Mejor rosa que morado por Mari Carmen Romero Espino
Mientras muchos se alegran de que, por fin, la mayoría real se refleje en la política, que las mujeres (que llenan las universidades, que están en muchos casos mejor preparadas, que son más constantes en el trabajo) tengan su hueco en cargos de responsabilidad, siempre hay personajillos histriónicos que hacen burlas y menosprecian todo lo femenino. ¿Acaso temen que si se empiezan a llenar los organigramas con personas realmente capacitadas se vean relegados al puesto que realmente les corresponde? Pero lo peor son las mujeres que se prestan a ese juego, las que se cuestionan sobre los oscuros manejos realizados por las que han llegado a las cotas donde sólo ellas debían llegar. Hasta ahora, nadie cuestionaba la formación, la experiencia o la edad de los ministros, se presuponía que si el Presidente del Gobierno los había nombrado es porque cumplían con el perfil. Aunque no tuviese nuestras mismas ideas políticas, se entendía que era experto en su campo. Entonces ¿por qué se cuestiona ahora la valía de las Ministras?
En las mentes retorcidas y con una visión un tanto freudiana de la política, existe el prejuicio de que una mujer que ha llegado alto es porque ha hecho buenos compañeros de cama. Pero si le diéramos la vuelta al aforismo podríamos pensar que un hombre que ha llegado alto es porque ha ido sometiendo a sus compañeras. Por supuesto que no es cierto ni lo uno no lo otro, aunque algunos políticos, en su pedestal, aún crean que las mujeres están obligadas a rendirse a sus supuestos encantos, que la política les da ese halo sensual del que, por su naturaleza, carecen.
Todo ello me lleva a reafirmarme en la idea de que prefiero una política y una sociedad teñida de rosa y no de morado, el color que provocan los golpes que reciben las mujeres maltratadas, los presos torturados de las guerras preventivas, el color que aparece en las caras de los intransigentes cuando se enteran que una mujer, embarazada, pone firmes a las tropas.
Hay que agradecer a Zapatero que sus políticas innovadoras y a veces transgresoras hayan hecho caer las caretas de los que ocultaban sus ideas retrógradas, de los que se habían disfrazado de demócratas progresistas. Algunos medios de comunicación en sus inicios lograron confundir a “progres” que los leían por ser el adalid de la lucha contra el “corrompido” socialismo, que pensaban que otra izquierda era posible. Sin embargo, han demostrado con creces que son los medios de la derecha más radical.
Por fortuna hemos superado el techo que existía en la transición, cuando los gobiernos no se atrevían a realizar políticas realmente progresistas por miedo a herir susceptibilidades o a producir levantamientos.
En definitiva, no me queda más que alegrarme y sentirme orgullosa, como mujer y como ciudadana, del Gobierno que tenemos en España y esperar que siga en la línea de la igualdad y, en general, de las libertades.
Mari Carmen Romero Espino
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