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NC y ATI-CC: dos proyectos

Román Rodríguez / Román Rodríguez

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Cuando un grupo de nacionalistas dimos el paso para constituir Nueva Canarias lo hicimos por coherencia con nuestra trayectoria y nuestros principios; perdiendo cuotas de poder que nos pertenecían y asumiendo el riesgo de crear una nuevo partido; y tras una profunda reflexión que nos llevó a romper con un proyecto que se había escorado hacia el insularismo y el hegemonismo de uno de sus integrantes. Esta deriva se visualizó tras las elecciones autonómicas de 2003, cuando ATI-CC y sus satélites ?entre ellos una parte de lo que hoy queda de CC en Gran Canaria- incumplieron los acuerdos internos sobre la Vicepresidencia del Gobierno; y lo que es mucho peor, los acuerdos sobre los equilibrios en el seno del Gobierno que se habían presentado a los ciudadanos y ciudadanas en aquella contienda electoral. Asimismo, por decisión de Mauricio, Soria y Rivero no se cumplió en Gran Canaria el apoyo a la lista más votada en los ayuntamientos, lo que nos privó de varias alcaldías.

Labor de poda

Fue el inicio de un intento de laminación de los nacionalistas de Gran Canaria que luego culminaría, en esta isla y también en Lanzarote, en la creación de unas ilegales gestoras; y en lo que Paulino Rivero, entonces presidente de CC, calificó de “labor de poda”. Los entusiastas jardineros de aquella ocasión, los cómplices de aquel desaguisado, por acción u omisión, difícilmente pueden hoy presentarse como adalides de una supuesta unidad del nacionalismo canario de cuya ruptura son completamente responsables. Victoriano Ríos, más sensato y más nacionalista, diría meses más tarde que la referida poda había acabado con fructíferas ramas. Durante el período 2003-2007 se acentuaron nuestras diferencias con una CC que dio carpetazo a las directrices de ordenación, incumpliendo los plazos para su desarrollo en temas tan relevantes como la renovación de la planta turística obsoleta; que dejó la aprobación del PECAN (Plan Energético de Canarias) hasta el último pleno de la legislatura, colocándonos en la cola estatal en el desarrollo de las energías renovables; que centró su interés en proyectos de corte especulativo: Gascán, istmo, casinos; y que profundizó en los desequilibrios con el traslado de distintos departamentos gubernamentales a Tenerife o la desigual política de apoyo al transporte público en el caso del tranvía o TITSA.

Y en la actual legislatura ha ocurrido más de lo mismo. Desde NC hemos rechazado la aprobación de la Ley de Medidas Urgentes, que se carga la vigente moratoria turística y autoriza la construcción de nuevos hoteles y más ocupación territorial, en lugar de apostar por la renovación de la planta existente. Tampoco compartimos la orientación económica del Gobierno canario, con presupuestos en 2008 y 2009 que disminuyen la inversión pública, necesaria para el mantenimiento del empleo, haciendo crecer el gasto corriente. Y que ha reducido las transferencias de capital a los Cabildos, a la vez que impide la continuidad de los planes sectoriales insulares cofinanciados con las corporaciones insulares, que permitían una potente sinergia inversora plurianual, imprescindible para compensar la caída de la inversión privada. Ni su negativa a incrementar las transferencias para ayudas sociales que reclaman los ayuntamientos ante el incremento de solicitudes de las mismas por la ciudadanía por la crisis que vivimos.

Desde NC hemos sido muy críticos con la acción del gobierno en los principales servicios públicos, que se han deteriorado y no forman parte de sus prioridades, especialmente en el ámbito sociosanitario con el práctico boicot a la aplicación de la ley de la dependencia. También hemos sido beligerantes con la puesta en marcha de una falsa policía canaria sin funciones reales e impacto sobre la seguridad e impulsada, además, en un momento en que las prioridades de gasto deben ser otras. Y hemos denunciado el uso partidista y sesgado territorialmente y la radiotelevisión pública por parte del Ejecutivo. Desde NC, en fin, defendemos una reforma de la ley electoral, rebajando los topes y abordando los actuales desequilibrios en el valor del voto ciudadano en los distintos territorios, a lo que la dirección de Coalición se niega.

Sin argumentos

Los argumentos que esgrimen dirigentes de CC les delatan. “Juntos volveríamos a ser la primera fuerza política en el Parlamento canario”, dicen. No apuntan para qué, con qué objetivos, desarrollando cuáles políticas, como si sólo les preocupara mantenerse en el poder a cualquier precio. En esa senda no nos vamos a encontrar. Como hemos demostrado en nuestra acción en las distintas instituciones y en las conclusiones de nuestro reciente Congreso, trabajamos intensamente por el interés general y por el cambio político en las Islas. La unidad del nacionalismo es un loable objetivo, pero este no se puede lograr a cualquier precio y sin profundos cambios en los comportamientos y en las políticas. Consideramos que sobre las actuales bases es imposible recomponer un proyecto unitario. Para nosotros es irrenunciable un nacionalismo respetuoso con las realidades insulares y con un proyecto nacional común; un nacionalismo centrado en el bienestar de las personas, en la defensa de los servicios públicos; comprometido con un desarrollo que compatibilice la generación de riqueza y empleo con la protección de nuestro territorio y medio natural; implicado en la consecución de mayores niveles de democracia y de autogobierno, así como en la preservación de nuestra identidad. Y la práctica hegemonista, desequilibrada y conservadora de una ATI-CC amarrada al PP más españolista nos aleja mucho en la forma de entender el nacionalismo e imposibilita, por tanto, cualquier proceso de unidad.

*Presidente de Nueva Canarias.

Román Rodríguez*

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