Partidos cortitos

Según este periódico, que silenció la concentración, los manifestantes obstruyen el desarrollo de la isla en beneficio de los canariones. Lo que ya es un avance porque hasta no hace mucho no éramos meros beneficiarios pasivos sino muy activos urdidores de estas movidas con el único afán de dañar a Tenerife.

Para mí lo que ocurre con los plantes tinerfeños es que un buen número de personas ha dicho ¡basta ya! La política ática ya está lo suficientemente desenmascarada para que la gente no advierta que cuanto ocurre es responsabilidad directa de sus propios mandarines. La sociedad comienza a movilizarse y a plantar cara.

Si en Gran Canaria con las urnas fue posible quitarse de encima a CC y desplazar a los soriásicos, en Tenerife, aunque desde mucho antes se advertían movimientos de fondo, son mayores las dificultades por la especial fuerza en esta isla del poder ático, con sus espesas imbricaciones empresariales y sus mecanismos clientelares y mediáticos; que empiezan de todos modos a resentirse. Cada vez les sirve de menos el pretexto canarión al tiempo que va trascendiendo a la opinión pública de las Islas la verdadera naturaleza del Gobierno paulinés; que ni siquiera prestó juramento sobre los huesos de nuestros antepasados indígenas.

Basta un vistazo a los periódicos para ver que no hay por dónde coger al Gobierno. Bueno, ni al Gobierno ni a la oposición psocialista que, a pesar de todos los pesares, no acaba de resolver sus contradicciones, las que reflejan casos como el de Granadilla, mismamente. La cercanía del poder ático y su capacidad para someter o comprar conciencias y actitudes tiene esas cosas; por más que peca lo mismo el dante que el tomante.

Quiero decir que, una vez diagnosticado el mal, no está claro si será el PSC el remedio. No acaban los psocialistas de infundir la confianza suficiente para invalidar la idea conservadora de que vale más malo conocido que bueno por conocer.

Los partidos no logran asimilar los movimientos ciudadanos. No les dan respuestas, no se comprometen ni se explican. Se quedan cortitos. Eso es lo que advertimos el sábado en Santa Cruz.