Espacio de opinión de Canarias Ahora
¡Paul, el pulpo, for president!
La victoria también ha servido para que un jugador, el capitán de la selección española, cerrara -con un beso- la boca de todos los inquisidores de tercera que no dudaron en señalarle tras el primer partido. Esta imagen, la única que he visto de la final del día once, es la cara de una moneda, en cuyo reverso se siguen escondiendo las miserias de un país, el nuestro, amante de los excesos más desorbitados.
La caza de brujas a la que se sometió a una reportera, queriéndole achacar un error ?el cometido por el portero de la selección durante el primer partido-me llegaron a recordar a las lamentables y nauseabundas sesiones del parlamento americano, en la época del no menos lamentable senador McCarthy. Daba la sensación de que, para muchos, estaba del todo justificado rescatar la hoguera de la insensatez que durante tantos siglos prendió la inquisición para mantener a los habitantes de nuestro país controlados.
Ahora, con la reseca de la victoria, nadie se acuerda de aquello o juegan a correr “un tupido velo” sobre el asunto. Visto como ha transcurrido el mundial y sumadas las astronómicas cantidades de insensateces dichas y/o escritas por los periodistas deportivos hispanos me temo que, después de las camisetas rojas, lo siguiente que se agotará en nuestra geografía serán los velos tupidos y opacos.
No me entiendan mal, cada cual es muy libre de pensar lo que quiera, a pesar de lo que esto moleste a quienes se criaron con la foto de la plana mayor del régimen franquista en la mesa camilla de su casa. Lo que me parece intolerable, ni aunque se esté inmerso en los vapores de etílicos de la victoria, es que se calcule el nivel de patriotismo de una persona por su afición o no a un deporte.
¿Quién les ha ungido depositarios de la verdad ABSOLUTA a quienes han estado tachando de poco españoles, incluso de antipatriotas, a las personas que no disfrutamos con el considerado “deporte rey”? ¿A qué jugamos en nuestro país? ¿De qué se trata? ¿Se trata de buscar soluciones, de pelear por el bien común, de salir de la tremenda crisis en la que estamos inmersos o de disparatar como posesos irracionales delante de un televisor y, de paso, insultar a las personas que no piensan de la misma manera?
Sumidos como estamos en un estado de histeria colectiva, no me extrañaría que el pulpo Paul se convirtiera en el fichaje más caro de la historia del fútbol español. Vista su capacidad para acertar, más de uno se debería plantear tenerlo en plantilla y lograr que sus marcianos proyectos lúdico-empresariales lograran volar más lejos de lo que lo han hecho hasta ahora por lo menos, pasando Alcorcón. Y de ahí a encabezar alguna lista electoral, solamente hay un paso. Seguro que lo haría mejor que muchos de los botarates engominados que dicen preocuparse por el bien común, aunque uno se dé cuenta de que eso no verdad.
De lo único que estoy seguro, además de que esta mañana no tengo ninguna reseca que me impida cumplir con mis obligaciones, es que nunca le estaré lo suficientemente agradecido a mi madre por poner en su sitio a un profesor que la llamó indignado porque a mí no me gustaba jugar al fútbol. Gracias a su comportamiento y al de mi padre, que la se secundó en todo, prefiero invertir mi tiempo en otras cosas. Éstas no tienen nada que ver con comportarme como un borrego ante un televisor, parapetado en la peregrina excusa de los colores nacionales, la socialización o el patriotismo rancio que tanto detestaba Luis Buñuel o Luis García Berlanga y que tantas veces hemos visto retratados en la gran pantalla.
Por lo menos, gracias a un beso, muchos charlatanes han quedado en evidencia, al igual que una forma de hacer las cosas que debió quedar atrás décadas. Y no se engañen los que ahora consideran la victoria como algo suyo. Los jugadores nacionales han ganado gracias a su empeño, dedicación y humildad, algo que nos falta a la gran mayoría de los españoles y que nos vendría muy bien aprender en el futuro.
Ese ejemplo y no el de los patrioteros de vía estrecha y peor condición es el que debería sobrevivir tras la reseca de la victoria. De seguirlo ni ésta ni ninguna otra crisis podría hacernos más mella de la necesaria. Claro que para eso cada cual debería saber cuál es su papel, desempeñarlo de la forma más correcta y dejar de buscar a un tercero que solucione la papeleta.
Y, no se olviden del pulpo Paul, ídolo de masas, capaz de lograr lo que otros no han logrado y con un coste mucho menor. ¿Se les antoja un candidato más idóneo para las próximas elecciones?
Quiero agradecerle a Ángel Tristán Pimienta todas las cosas que he aprendido al leer sus columnas ?la frase “la foto en la mesa camilla” es suya- y a mis padres por poner a mi profesor en su sitio. Nunca se los podré agradecer lo suficiente.
Eduardo Serradilla Sanchis
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0