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La Política del vértigo y el vómito

Antonio Ortega Santana / Antonio Ortega Santana

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He sido respetuoso con la toma de los medicamentos prescritos, no así de su recomendación, que siendo cierto, que lo que leo y escucho me agudiza el malestar, no puedo resistirme el poner oído a los disparates que D. Mariano Rajoy y sus sumos sacerdotes, acompañados por los coros de las cavernas mediáticas, que ya no sólo piden la dimisión del Ministro del Interior, vicepresidente del gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba, al que le tienen tanto pavor, que la compactadota de la basura que recolecta en Génova, 13 no para de “dispensarles” las heces suficientes, producidas en las cloacas de ETA, para intentar batir con las insidias, calumnias y difamaciones. la eficaz labor de su Ministerio y la contundencia de las Fuerzas de Seguridad del Estado, para poner a buen recaudo a los que intentan cobijarse bajo la sombra del árbol de Guernica, primero con Batasuna, ahora con Sortu.

En mis años mozos era asiduo visitante de las islas británicas, por las que siento verdadero afecto, pues sus ciudadanos me acogían sin recelos, por ser canario. En una ocasión el representante de uno de los exportadores más fuerte del archipiélago me dijo: Antonio, allí donde vayas, deja claro que sí bien eres español, has nacido en las islas Canarias. Llevaba razón el flemático inglés; los canarios éramos visto con mejores ojos que los oriundos de la piel de toro. Quizás, ello se debiera a que sus compatriotas tenían en las islas, su particular oasis de paz y tranquilidad, lejos de las fechorías del I.R.A y la península les recordaba al dictador.

Jamás leí comentario alguno en la prensa londinense, donde se manifestaran enfrentamientos dialécticos en la Cámara de los Comunes, entre gobierno y oposición en relación a la lucha que el Reino Unido mantenía con el I.R.A. Cierto que los británicos presumen de la democracia más antigua, conocida en el globalizado mundo en que vivimos, pero son muy respetuosos con las decisiones que los gobierno de turno toman, con relación a la seguridad nacional. En esos temas no existe oposición.

Me producen náuseas y vómitos las intervenciones de los hombres y mujeres más significativos del Partido Popular, en su encarnizada lucha, por desacreditar la labor del gobierno en su eficaz lucha contra el terrorismo. Jamás ha estado tan debilitada la banda, tantos de sus mercenarios detenidos, como en ésta época que vivimos. La colaboración de las fuerzas de seguridad francesas, las continuas reuniones ministeriales de ambos gobiernos han dado unos frutos, nunca pensados. Pero los nostálgicos del “siniestro”, los depredadores de la voluntad popular, no reparan en nada, todo es válido, con tal de derribar al gobierno legalmente establecido. Desde el primer día de la toma de posesión, primero: la campaña del 11M, a posteriori los coros del Apocalipsis Pedro J. Los Santos, Dávila, Moa, y un largo etc.haciéndole el estribillo al siniestro, al ex ministro del “suspiro profundo” Sr. Mayor Oreja, y ahora el gallego de la carreta, que con tal de calentar las bancadas azules, se vende por un plato de coles, que sólo le producirán meteorismo, o como decimos los canarios más ruidos que nueces; pero él se empeña en su alocado patinaje hacia el 2012. No le importa la crisis, no le importa la seguridad de sus compatriotas, no le importa el bienestar de los españoles; sólo le importa su bienestar personal y el de sus correligionarios, como si de su particular finca se tratara. En el pasado reciente la finca era la Galicia natal y su residencia de verano, ahora para este otro gallego es el territorio nacional.

El 22 de mayo las urnas nos citarán para elegir a los Gobiernos Autonómicos, las Diputaciones, los Cabildos Insulares y los Ayuntamientos. No son unas elecciones generales, que es lo que la derecha desearía, pero ojo avizor el programa del P.P. Su programa autonómico y municipal está sujeto a la línea programática nacional, y lo que en la Caja fuerte de Génova se custodia es: Sanidad y Educación para los ricos. Los trabajadores y los desheredados a la Beneficencia, la Cultura al revisionismo, el laicismo de “boquilla” y el Bienestar Social al “Limbo”.

Resumiendo más ricos, más pobres, más desigualdad; menos justicia, menos educación, menos cultura, menos libertad. Resumiendo: retorno a la década de los sesenta, que lo único que tuvo bueno fue la música protesta.

Antonio Ortega Santana

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