Espacio de opinión de Canarias Ahora
Las razonables razones de Wladimiro
Cuando el consejero de Medioambiente del Cabildo de Tenerife, de quien hay que pensar, al menos, que pretende ejercer sus funciones de un modo eficaz y responsable, se plantea la disyuntiva pinos o viviendas, no creo que esté pensando, como afirman torcidamente algunos espontáneos de este diario, ni en su propio chalé ni en ganar terrenos para su posterior recalificación urbanística. Qué se va a hacer. Conozco al personaje y sé que no es así. Es más. Un servidor, que no es propietario de ningún chalé y ni siquiera ha adquirido jamás una vivienda en la urbe, ya había señalado, en esta misma columna y por su cuenta, una de las propuestas de Rodríguez Brito: la necesidad de recuperar de algún modo las tierras antaño cultivadas y hoy abandonadas, asilvestradas y peligrosamente descuidadas cercanas a pequeños núcleos habitados. La idea de poblar esas zonas con frutales como almendros e higueras me parece positiva y que debiera ser tenida en cuenta. Por otra parte, Wladimiro no habla de arrancar los pinos y dejar el monte deforestado (o sea, a punto para construir en él, conforme a lo sugerido por denunciantes precipitados), sino de de sustituir el pinar, que prende pronto y arde fácilmente, por otro tipo de vegetación más resistente a las llamas, ya que lamentablemente o que yo sepa- no existen árboles y plantas completamente ignífugos. Indica el consejero, que, sin duda, de estos asuntos sabe cantidad y basta para confirmarlo con repasar su bibliografía, el monteverde y la laurisilva. Los caseríos rodeados de este tipo de vegetación correrían menos riesgo que ahora frente a la posibilidad de nuevos incendios. La idea es, a la vez, tan simple, tan sencilla y, en principio y teoría, tan práctica y probablemente eficaz, que ha ocurrido lo normal en estos casos: la gente se pone en contra. Sin embargo, para atacar una iniciativa que, en principio, sólo pretende resolver un problema en aras de la seguridad colectiva, no basta con esgrimir reticencias y sospechas. Son precisos argumentos. Me encantaría que alguien me brindase alguno convincente. Estoy dispuesto a retractarme, oigan.
José H. Chela
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