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Revolución radiada
Se cumplen estos días medio siglo -¡cielos! qué viejitos nos estamos haciendo!- de la conocida revolución de los claveles, un levantamiento llevado a cabo por miliares antifascistas en Portugal que posibilitó el fin de la dictadura del denominado “Régimen del Estado Nuevo”. Una larga dictadura de cuarenta y ocho años que dejó paso a un sistema democrático y de derecho en el que todas las provincias portuguesas no europeas, salvo Madeira y Macao, lograron su independencia antes de que finalizara 1975. Tras procesos bélicos y violentos, Angola, Cabo Verde, Mozambique, Guinea Bissau y Timor oriental, en efecto, se convirtieron también en países independientes.
Tiempo aquel de despertar democrático, aprendizaje sobre la marcha, incluyendo las audiciones casi clandestinas de Radio Renascença, gestionada por la Iglesia, a través del Patriarcado de Lisboa. Aprendimos el cántico de la Revolución, Grándola, vila morena, interpretada por José Afonso que era la señal para el comienzo del levantamiento contra las dictadura salazarista: “Grándola, vila morena/ terra da fraternidade/ O povo é queim mais ordena/ Dentro de ti, o cidade./ En cada esquina, un amigo/ Em cada rosto, igualdade…”.
Durante el proceso revolucionario, los trabajadores ocuparon el canal, pero en diciembre de ese año el Gobierno luso se lo devolvió a sus legítimos dueños. Renascença fue la única cadena portuguesa de ámbito nacional que no fue nacionalizada. Curioso: habíamos pasado de escuchar las transmisiones de emisoras portuguesas dedicadas a las confrontaciones de hockey sobre patines, a entusiastas –es como se nos ocurre adjetivar- boletines informativos con noticias de la Revolución. Más de una década después, los propietarios diversificaron la programación con el desarrollo de la frecuencia modulada (FM) y las nuevas licencias obtenidas. Radio Renascença continuó emitiendo por onda media (OM) y FM una programación generalista e informativa, y todos los programas musicales se pasaron al nuevo canal (RFM) que terminó convirtiéndose en la emisora de radio más escuchada del país. Sonaban también composiciones de autores españoles como Adolfo Celdrán, Pablo Guerrero, María del Mar Bonnet y Lluis Llach quien, en su célebre álbum Viatge a Ítaca, incluyó un tema titulado “Abril 74”.
A diferencia de lo que ocurró en otros países que tuvieron dictaduras conservadoras tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la derecha en Portugal no se ha sentido nostálgica del salazarismo –gobierno de Antonio de Oliveira Salazar– ni del Estado Novo, a excepción de algunos dirigentes del partido extremista Chega, que obtuvo, por cierto, sus mejores resultados electorales en las elecciones del pasado mes de marzo. Esta actitud se refleja, por ejemplo, en la apertura total de los archivos que albergan los documentos de la dictadura. “Pasadas cinco décadas del estallido de la revolución –escribe el profesor contratado doctor del departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, Fernando Camacho Padilla- durante las cuales han salido numerosos estudios históricos de gran valor y han sido publicados numerosos testimonios de los protagonistas de la época, se puede concluir que este proceso siguió el sendero democrático como ningún otro en el mundo”.
El caso es que algunos opinan que, en Portugal, la ultraderecha sigue aislada gracias a la revolución de los claveles.
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