Espacio de opinión de Canarias Ahora
El rey y la rana
La fábula puede servirnos para explicarnos los cambios que se producen en la vida casi sin darnos cuenta. Ahora a los cambios los llaman reformas económicas. Están desmontando el Estado de Bienestar poco a poco. Nos lo cuentan como si estuvieran pintado nuestra casa, tranquilo, esto es sólo por un tiempito, ahora tiramos la pared porque no tenemos para pintura, al principio te entrará un pizco de frío. Pero ya te acostumbrarás. Dentro de unos añitos, cuando volvamos a tener perras, levantamos de nuevo la pared.
Cuenta El País este lunes que en la última reunión secreta en la Moncloa, Zapatero le preguntó a los dirigentes de CCOO y UGT como verían un cambio en la legislación laboral que permita a los empresarios negociar nuevos convenios colectivos partiendo de cero, enterrando todos los derechos adquiridos por los trabajadores en negociaciones anteriores. Se trata de la propuesta de la patronal, que el presidente hizo suya. También les anunció que la edad de jubilación crecerá de 65 a 67, salga o no salga el sol por Antequera.
Los sindicatos le advirtieron que habrá movilizaciones si se aprueban reformas sin consenso. La cosa se está poniendo tan malita que el gobierno ha tenido que recurrir al Rey para que reproduzca el discurso de la patronal. Nos habíamos acostumbrado a los discursos de Nochebuena de Juan Carlos de Borbón. Crecimos con ellos. Un arbolito de Navidad, la foto del principito y las hermanas que cada año están más grandes. La alusión a alguna funeral de estado, unos soldados que se murieron lejos, las víctimas del terrorismo, la reina y yo os deseamos feliz navidad, el himno y después el especial de Julio Iglesias o Raphael mientras mamá saca el cabrito con sus almendras y sus papas sancochadas.
Pero este año cambió la cosa. La familia Borbón ha crecido tanto que las fotos no caben en el árbol de Navidad. Por eso pusieron la selección española de fútbol, que al fin y al cabo provocó la venta de más banderas rojigualdas que cualquier visita real. Qué maravilla. A falta de tragedia lejana, de atentados terribles, el rey nos habló de la tragedia cotidiana de la crisis económica. Estamos jodidos, vino a decir, pero semos los mejores. Pero no se conformó con eso y nos contó la fábula de la ranita. Nos pide Su majestad que aceptemos que el agua se está poniendo tibia, que no seamos egoístas, que en esta vida hay que sacrificarse por los demás. “Por eso no caben actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoísmo, que a la postre nos dañan a todos”, dijo Su Majestad desde el salón de su Palacio.
Ocurre que Su Majestad y sus hijos son los únicos funcionarios (sin pasar oposiciones, por la gracia de Franco) a los que este año no se les recortó el 5 por ciento de su nómina. Ocurre que Su Majestad no se ha jubilado aunque tiene 68 años. Por eso propongo que este monarca que pide que la gente renuncie a su egoísmo, se plantee un gesto de generosidad, en bien del interés general. Estaría bien que se jubile, y pase a cobrar la pensión media de los españolitos, qué se yo, unos 700 euros. Fíjate lo que haríamos si Juan Carlos de Borbón se sacrificara como un pensionista más. Así pasaría a cobrar su sueldo su hijo. Y veríamos si con esa pensión se puede viajar a Mallorca en verano sin el apoyo del imserso o subir a la montaña nevada a partirte un brazo para que luego te atiendan en una clínica privada.
En los cuentos infantiles los sapos se convierten en príncipes cuando los besa una muchacha. Ahora los príncipes conquistan a periodistas mientras papa rey nos cuenta la historia de la ranita y nos anima a que disfrutemos del agua que está calentita. No quiere Su Majestad ( ni el gobierno, ni la oposición pepera que aspira a gobernar) que salgamos del caldero. Nada de rebeldías, eso sería egoísmo. Como la rana, debemos seguir dentro de la olla mientras hierve el agua, que sancochados estamos más guapos.
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Juan GarcÃa Luján
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