Sin salida

Estas actitudes y otras las advertí en cierta conversación que escuché la otra tarde. Tras un repaso nada cariñoso a los hechos y dichos paulianos, desde la reivindicación de la Universidad de la Vida hasta calificar de chantajistas inmorales a los profesores revirados, llegaron los conversantes a la conclusión de que el presidente es un ser que no puede ser. Nos ha llevado a una situación sin salida coloreada con sus intervenciones parlamentarias presidenciales que van de los prontos rompetechos a ocurrencias como la del chiqui-chiqui que le largó a López Aguilar.

No hay nada que hacer fue la conclusión. Es impensable que Paulino se vaya por propia voluntad; o que PSC y PP apañen una moción de censura, al menos mientras ande de por medio Soria y su larga ristra de feos asuntos que no lo hacen buena compañía, precisamente. Lo que no le impedirá, vaya por Dios, seguir al frente de los populares. Ellos sabrán lo que hacen.

El otro apaño, el PSC-CC, fue descartado aunque sin excluirlo ya que, bien sabemos, hay psocialistas para todo; incluso para barcos sin honra. Tendrían que desembarazarse primero de López Aguilar que es, como dice Paulino, quien impide el entendimiento. López Aguilar no está dispuesto a renunciar, como ganador de las elecciones, a la presidencia (para su partido, pues él ya no puede serlo). Imagino que habrá cambiado el móvil por un iPhone para que Jerónimo Saavedra se tranquilice.

Tampoco pueden anticiparse las elecciones en la práctica. La posibilidad, recogida en el artículo 17.2 del Estatuto, no vale sino todo lo contrario. Aunque lo peor sea la inexistencia de líderes potables a escala regional. La degradación política lo impide y hay islas, como Gran Canaria, que sufren un Gobierno pactado precisamente por los dos partidos que rechazara.

Por mucho que pretenda Paulino adornarlo, su Gobierno no sirve, la democracia se ha deteriorado y la autonomía está bloqueada; si no, fíjense en Lanzarote: Domingo Berriel, consejero de Medio Ambiente, ha puenteado al Cabildo conejero en el asunto de las sentencias sobre los hoteles en riesgo de derrucción. Trata Berriel de imponer su “solución” en un asunto en que la corporación venía trabajando dentro de su autonomía insular. Las razones las dejo a la imaginación de cada cual; yo no quiero ser tan mal pensado.