Una simple secretaria

No adornó la madre naturaleza a Paquirrín González con el don de la oportunidad, ni mucho menos con el del lenguaje sutil y hasta políticamente correcto. No lo digo por las conversaciones telefónicas que le fueron intervenidas en la operación Góndola, que pasaban de lo zafio a los más variopintos tipos penales descritos en el correspondiente código, sin dejar atrás muchas ordinarieces y una impunidad incomprensible en un adulto con responsabilidades políticas.Es que, además, este alcalde es un mentecato de marca mayor. Tratar de desacreditar a su excompañera del PP Isabel Santiago por tener como profesión la de secretaria, profesión a la que prohibe hablar de moralidad, vuelve a sobrepasar los límites políticamente soportables en un individuo elegido por el pueblo. Esa secretaria a la que descalificó este lunes por haberle denunciado ante la Policía y haber dado lugar a un escándalo de corrupción de consecuencias aún indeterminadas, fue elegida en las listas del PP en 2003 y desempeñó tareas de gobierno con este mismo alcalde sin más quejas que las que ella misma pronunciaba ante el descubrimiento permanente de abusos por parte de González.

Ya tenían que ser graves los asuntos que veía pasar ante sus narices la concejal Isabel Santiago como para decidirse a meterse en el calvario que supone enfrentarse a su propio partido y sentarse ante un inspector de Policía a denunciar unos hechos que tienen muy mala pinta. Por eso es absolutamente despreciable llamarla ahora “simple secretaria”, quizás porque en su mediocridad, el alcalde de Mogán ya se ha quedado sin excusas.

González debe marcharse, abandonar el cargo y la política, concentrarse en su defensa y, cuando llegue el momento oportuno, pedir disculpas a sus vecinos. De José Manuel Soria, presidente de su partido, hace tiempo que nadie espera ningún gesto de honradez que contribuya a dignificar la actividad política. Algún día sabremos todos por qué protege a este alcalde tan impresentable. Como lo es él mismo.