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A ver si se aclaran
Bueno, realmente hubo una propuesta de Rajoy. La que dirigió al grupo psocialista para que se quite de encima a Zapatero. Solicitud que remató con la obviedad de que, si de él dependiera, Zapatero no estaría donde está. O sea: acompañó a la insólita petición a los psocialistas el olvido de que es él, precisamente, como líder de la oposición y aspirante a La Moncloa, el llamado a quitarlo. No lo ha conseguido en dos confrontaciones electorales y debe desconfiar de que a la tercera vaya la vencida cuando pide al PSOE que le haga el trabajo de tumbar al presidente. Genial.
Los demás grupos se mostraron propicios a negociar con poca fe y mucha desconfianza en que Zapatero cumpla. Los portavoces desfilaron por la tribuna y no me extiendo en sus intervenciones para evitar cualquier comentario sobre la de Ana Oramas; que estuvo como siempre.
En hablando de nacionaleros, tienen tela las reacciones de Javier González Ortiz, viceconsejero de la Presidencia pauliana y de la presidenta de CC, Claudina Morales, ante las declaraciones de la diputada psocialista Francisca Luengo sobre las ayudas a dependientes. Dijo Luengo que unos 1.500 dependientes han fallecido “en el camino”, a la espera de que el Gobierno canario tramitara sus expedientes. Ortiz y Morales se rasgaron las vestiduras hablando de “bajeza moral”, de cómo la diputada se burla del dolor de quienes peor lo pasan, de usar a los fallecidos como arma política y lo que ustedes quieran.
Vale que Luengo no estuvo afortunada, pero la cuestión es otra. Porque ya está bien de que cualquier asunto que se suscite sea solventado mediante la repugnante porfía de quien utiliza los palabros más gruesos; para descalificar al antagonista y confundir a la opinión pública, no vaya a caer en el peligroso hábito de pensar.
Luengo arrancó de la estadística oficial del Ministerio de Sanidad y Política Social que señala a la Comunidad Canaria como la que menos dependientes atiende en relación a la población (un 0,32). Por si fuera poco, los datos que aparecen fueron enviados por el propio Gobierno canario el 1 de febrero pasado. Con lo que Ortiz y Morales fueron contra una información de “su gente”; por ignorancia o por desvergüenza.
La estadística del ministerio la dio a conocer la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, que denunció así el incumplimiento canario de la ley de Dependencia y la falta de atención a dependientes. Recordó la Asociación que el Gobierno canario recibe 53.686.175 euros para esa atención, a los que deben sumarse los 12.901.953 que obtiene de los convenios suscritos, de acuerdo con los créditos previstos por el Fondo Especial del Estado para la Dinamización de la Economía y el Empleo. Recuerden esta larga denominación por lo que sigue.
Dijo Ortiz que la atención que presta a los dependientes el Gobierno pauliano es “infinitamente superior” a la del Ejecutivo central; “infinitud” que Morales cifra en más de 130 millones de euros para 30.000 personas. Pero ocultan dos hechos relevantes. Por un lado, que la atención a los dependientes es competencia de la Comunidad; por el otro, que la finalidad principal del Fondo estatal del que salen los cuartos no es la atención a los dependientes, que corresponde a la Comunidad ya digo, sino dinamizar el empleo, como se desprende de la denominación del Fondo. La idea es que las prestaciones requeridas por los dependientes generan puestos de trabajo para personal especializado y menos especializado que, con el tiempo, se hará mucho más necesario dada la creciente esperanza de vida; por referirme a los problemas que plantean los ancianos o quienes padecen enfermedades crónicas degenerativas que no provocan la muerte inmediata. Quien tenga en su familia a alguien que no pueda valerse por sí mismo sabe de qué hablo; y si se carece de disponibilidad económica suficiente para contratar lo entenderán mejor.
Quizá convenga en este punto insistir en que los problemas de atención al dependiente no son médicos sino los derivados, para él y su entorno familiar, del hecho de que no pueda valerse solo y haya que hacerle todo. No se trata, pues, de muertes por desatención médica sino durante la larga espera hasta poder disponer de alguien que lo auxilie en las cosas elementales de cada día. Los nacionaleros han tratado de ocultar esta circunstancia apelando, hipócritamente al dolor de las familias.
De acuerdo en que no tuvo Luengo su mejor día, pero cansa que los nacionaleros entren en subjetivismos y no expliquen por lo menudo la razón de que estemos en la cola de la atención a dependientes; de que no respondan con datos a las denuncias de la Asociación de directivos de servicios sociales y que no rindan cuentas del destino final de los dineros ya recibidos.
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