La portada de mañana
Acceder
Gobierno y PP reducen a un acuerdo mínimo en vivienda la Conferencia de Presidentes
Incertidumbre en los Altos del Golán mientras las tropas israelíes se adentran en Siria
Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera
Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Una verdad para los pobres

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

0

Por desgracia para él y su tribu de desechos humanos, en su camino se cruza Max Rockatansky, más conocido como Mad, el guerrero de la carretera. Los intentos de Humungus por conquistar la plaza se darán de bruces con la determinación de Max quien, a pesar de su aspecto y sus modales, trata de encontrar cierta cordura en un mundo que olvidó el significado de esa palabras, tiempo atrás. El final de la historia no deja de tener su significado, sobre todo por el empeño del ser humano en perseguir quimeras absurdas que sólo conducen a callejones sin salida. Todo esto viene -además de por mi predilección por la mencionada película- por la sarta de tonterías, medias verdades y necedades vertidas por cargos públicos e individuos que demuestran la razón de por qué el periodismo es una de las profesiones peor valoradas en nuestro país, en relación con la estancia de Albert “Al” Gore en el archipiélago canario. Los “profetas del apocalipsis” –en especial los que han brotado tras las elecciones del 14 de marzo de 2.004- siguen demostrando que su coeficiente intelectual dista mucho de ser el correcto para desempeñar un cargo de cualquier tipo, además de insultar a buena parte de la ciudadanía con la basura que sueltan, nada más abrir la boca. No pienso entrar en demagogias baratas sobre el papel imperial de los Estados Unidos en el actual planteamiento mundial. Soy el primero que reconoce y censura todos los trapos sucios que las sucesivas administraciones americanas, desde el siglo XIX, han llenado con su doble rasero y con la concepción que se tiene del mundo, más allá de las fronteras americanas. Sin embargo tampoco estoy dispuesto a aceptar que se meta en el mismo saco las políticas medioambientales impulsadas por la administración Clinton con los sucesivos desastres patrocinados por la actual administración de ese país.Comparar a Al Gore, una persona que lleva trabajando por el bien de su país y, por ende, por el del resto del mundo –tanto en su etapa como congresista como cuando formó parte de una de las mejores administraciones americanas de toda la historia- con un fósil del pasado como Dick Cheney, empeñado en perpetuar los modos y maneras que mantuvieron a mundo al borde del colapso durante décadas, sobrepasa lo tolerable. La única preocupación palpable de la actual administración norteamericana ha sido asegurar el suministro de crudo –en un país con unos inmensos yacimientos dentro de sus fronteras- a costa de cualquier cosa. Para los sucesivos gabinetes de los últimos siete años, el petróleo ha justificado cualquier tropelía, estando simbolizada en una guerra sin retorno, como la que se libra en Iraq en estos momentos. Piensen que la actual secretaria de estado de los Estados Unidos, Condoleezza Rice, tiene un petrolero que se llama como ella. No es un secreto, por lo menos allí, aunque aquí todo lo que vaya contra el sistema neoliberal sea tachado de “alarmismo injustificado”. Así tachan los líderes de ideas conservadoras –qué casualidad- aquellos que imagino que soñarán con una refinería en el jardín de su casa, todas las ideas que Al Gore vierte en el documental, Una verdad inconveniente. Gore, haciendo gala de su popularidad –obtenida, sobre todo, después de ser despojado del cargo de Presidente de los Estados Unidos, tras los vergonzosos acontecimientos de las elecciones del año 2.000-, se ha lanzado a una campaña para tratar de concienciar a los líderes, y a todos aquellos que quieran escucharlo, de los peligros del llamado “Cambio Climático”. Les podría hablar de cifras y datos, pero lo que tengo más a mano es la experiencia. En los últimos tres años he podido comprobar cómo los inviernos del lugar donde resido, en el norte de Europa, son cada vez más benignos y los veranos más largos y calurosos. No es normal en estas latitudes y cuando hablas con quien lleva toda la vida viviendo aquí te lo confirma. Cada vez hace más calor y sólo hay que salir a la calle para darse cuenta.Las islas sufrieron un episodio que, además de dejar al descubierto las carencias de quien debería suministrarnos energía eléctrica y preocuparse de que todo funcionara como debiera, también demostró que las cosas están cambiando. ¿Tanto cómo dice Al Gore en el documental? Posiblemente sí y me temo que la situación no tiene visos de mejorar, si no se toman medidas cuanto antes. Lo mejor del tema es que Gore alabó el desarrollo de las energía alternativas en el archipiélago cuando tenemos pendiente rentabilizar el caudal de sol y el viento con el que están bendecidas las islas. Los transportes públicos tampoco son ejemplares. Antes está el “idolatrado” vehículo personal, aunque con él ya no se llegue a ningún sitio sin tener que perder buena parte de la vida en un atasco. Da igual, lo importante es que los que postulan por el “liberalismo del petróleo” sigan controlando las vidas ajenas, promocionando deforestación, patrocinando guerras, y devastando los recursos del planeta. A ellos poco les importa nada que no sea su cuenta de resultados. Gore cobró una enormidad de dinero por viajar hasta las islas, de acuerdo. Ellos no dudan en dilapidar sumas mayores en pantallas de humo y tratar de que todo siga igual. ¿Quién es más culpable, si nos empeñamos en señalar con el dedo a alguien? Al final, la verdad inconveniente de Al Gore es la verdad de los pobres, los que deben recoger las cenizas de quienes arrasan nuestro mundo, porque poco más están dejando de él, a pesar de las proclamas de los mismos de siempre.

Eduardo Serradilla Sanchis

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats