George Walker Bush presentó un plan neoconservador, a pesar de la derrota electoral tan suya como republicana. Ni una concesión a los demócratas. Como informa Leonardo Mindez, el proyecto de presupuesto federal más alto de la historia (2.9 billones de dólares) está cimentado en un aumento del gasto militar y “una reducción de los programas sociales para pobres y jubilados”. Los más poderosos, tan patriotas ellos, conservarán sus ventajas extraordinarias en materia de impuestos. Tampoco sus hijos morirán en el campo de batalla, porque ese destino corresponde sobre todo al blancos jóvenes de zonas rurales, afroamericanos e hispanos estadounidenses. Bush sacrifica a los de siempre, fuera y dentro de casa. La visión de este presupuesto llega muy lejos. Los neoconservadores pronostican que el déficit de 2007 se convertirá en superávit hacia el 2012. ¿Cómo operará semejante milagro? Reduciendo los gastos ya señalados, además de recortes profundos en otros 141 programas sociales y de protección del medio ambiente.Mindez dice sobre este presupuesto que “un quinto del total es para continuar la ‘guerra contra el terror’ y financiar la expansión de funciones del Pentágono. Como anticipó Clarín, el presidente solicitó 93.400 millones de dólares adicionales para el combate en Irak, con los que 2007 se convertirá en el año de mayor gasto militar en la historia de Estados Unidos. Para 2008 pidió 141.700 millones y otros 50.000 para 2009. A esa fecha, el total de la campaña en Afganistán e Irak habrá ascendido a unos 800.000 millones, superando a Vietnam y a cualquier otra guerra en la que haya combatido Estados Unidos”. El presidente vuelve a cantar aquello de la guerra contra el terrorismo como primera prioridad, pero una de las diferencias decisivas e imposible de ignorar entre hoy y hace varios años es que ahora los norteamericanos piensan y exigen de todas las formas posibles que la “primera prioridad” consiste en el regreso a casa de un ejército empantanado. Ahora. La reacción contra el presupuesto de Bush de los beneficiarios del voto contra la guerra, los demócratas, tampoco alienta buenas perspectivas. Lo rechazan, asegura la señora Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, y “no le daremos al presidente un cheque en blanco”. Vale. ¿Algo más? Desde que perdió las elecciones, Bush está tomando el pelo a los ciudadanos a pesar de los leves quejidos demócratas. El presidente proclamó primero que escucharía a la comisión Baker-Hamilton sobre Irak sólo para ganar tiempo y decir después que no modificaba “el rumbo”. El presupuesto responde a esa misma voluntad criminal respecto a Oriente Medio y cínica en relación a los ciudadanos estadounidenses. Ningún tipo de cheque. Este presupuesto no merece negociación alguna. En cambio, parece muy saludable la apertura de un proceso dirigido a la destitución del inquilino de la Casa Blanca. Sobran motivos. Rafael Morales