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Los condones y los crucifijos

Juan García Luján / Juan García Luján

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Esta debe ser la visión de la fiesta que tiene Higinio Sánchez, el párroco de Betancuria y Antigua. El cabildo de Fuerteventura, con el respaldo de seis organizaciones y empresas, había distribuido carteles con el lema “Disfruta con responsabilidad de la romería de la Peña”. En los carteles se veía la foto de un joven bebiendo agua y otro con un preservativo en la mano“. El objetivo era el mismo que años anteriores: sensibilizar a los jóvenes en el consumo responsable del alcohol, y prevenir enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados.

Pero el representante de la iglesia católica se ofendió. Dice Higinio Sánchez que en las fiestas civiles él no reparte crucifijos.. No sé si el Vaticano está de acuerdo en esa comparación del símbolo de Cristo con los condones, pero el cura de Betancuria está en su derecho de declarar lo que le de la gana, de criticar al cabildo o a la asociación de vecinos. Incluso puede estar en contra del reparto de preservativos que podría prevenir embarazos adolescentes que acabarán en abortos.Las contradicciones forman parte de la libertad humana. Lo grave es que la corporación majorera decidió retirar los carteles. El consejero de Asuntos Sociales y Sanidad, Victor Alonso, se convirtió ayer en el consejero de Asuntos Religiosos y aunque reconoció que la campaña se había hecho otros años y que estaba consensuada entre diferentes organismos, Alonso declaró que “ante el desacuerdo de la iglesia hemos optado por retirarla y actuar de manera respetuosa”.

La pregunta es sencilla: ¿con quién pretende el cabildo actuar de forma respetuosa? ¿con el cura o con los majoreros? Porque si hacemos caso a las opiniones de los curas fundamentalistas prohibiremos los condones, encarcelaremos a las mujeres que aborten y estaremos cruzados de brazos ante el aumento del consumo de alcohol de los jóvenes. Lo ocurrido en Fuerteventura no es ninguna bobería. Un representante de una institución elegida de manera democrática se ha sometido a los deseos de un cura fundamentalista, que va también en contra de la libertad de los católicos que quieren usar preservativos.

La reacción del cabildo majorero es más propia de la Fuerteventura de 1924, la que conoció Miguel De Unamuno cuando fue desterrado a la “tempestad petrificada” de Maxorata por la dictadura de Primero de Rivera. El escritor y filósofo bilbaíno se marchó después a París, y escribió en francés su ensayo “La agonía del cristianismo”. Seguramente el cura de Betancuria no se ha leído el libro, pero lo grave es que el consejero de Asuntos Sociales del cabildo majorero no se ha leído la Constitución y ni el Estatuto de Autonomía.

Juan García Luján

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