La sentencia absolutoria de Martín sólo ha provocado una indisimulada alegría en su entorno más allegado, el mismo que le apoyó desde el principio. El resto de reacciones se dividen entre las que podemos considerar de circunstancias (es impensable que un juez critique una sentencia judicial, y mucho menos si con ella se absuelve a un compañerito) y la indignación que ha provocado en el común de los mortales, que ven en ese fallo una descarada muestra de corporativismo. Desde luego resultan llamativos aspectos como que desde días antes de la vista en el Supremo ya se rumoreara con una sentencia absolutoria, tanto que hasta Canarias7 envió a uno de sus mejores periodistas a cubrir el asunto a Madrid, algo muy poco habitual, por no decir inédito en casos similares. Del mismo modo que resulta llamativo que un tribunal absuelva a un acusado que se ha negado a declarar en todo el proceso, tanto en la instrucción ante la magistrada Carla Bellini como en el juicio oral. Es verdad que es un derecho que asiste a todo reo, pero en el foro no se considera que eso sea precisamente colaborar en el esclarecimiento de los hechos, sino todo lo contrario.