Se alcanza antes a un liberal que a un cojo. La noticia la tienen en nuestra edición de hoy: el Tribunal Supremo ha echado por tierra definitivamente la pretensión de los promotores del muelle deportivo proyectado en Bahía Feliz por considerar que sus exigencias de recibir ayudas públicas no están fundadas en la legalidad vigente. No es que las administraciones públicas, con su pesada burocracia, hayan retrasado esa inversión tan importante para Gran Canaria, como a menudo claman los dirigentes empresariales de la región; no es que haya habido falta de voluntad política, ni siquiera una denuncia de algún colectivo ecologista, una asociación de surferos o una maldición divina. No, lo que ha retrasado al único muelle deportivo autorizado actualmente en la isla ha sido la exigencia de su propietario, el empresario Juan Miguel Sanjuan, de que le pagáramos entre todos la inversión, o al menos una parte de la misma. Es decir, liberales para que las administraciones no intervengan en las reglas del juego, pero intervencionistas hasta la médula cuando de poner el cazo se trata. La marina de Bahía Feliz, con su centro comercial, está contemplada en el Plan Insular de Ordenación de Gran Canaria como una actuación necesaria para complementar la oferta turística del sur de la isla. Junto a ella, el planeamiento admite actuaciones similares en Tauro y en Meloneras, pero ninguno de estos dos últimos enclaves ha corrido con la misma suerte que Puerto Feliz, que tiene las bendiciones para comenzar ya. El de Tauro tiene su proyecto acabado y todo. De hecho lo redactó el mismo técnico que hizo el planeamiento, pero sus promotores, Anfi Internacional, se encuentran en estos momentos sumidos en una crisis interna y externa que les ha conducido incluso a los juzgados de lo penal. El puerto deportivo de Meloneras, promovido por Lopesan, con ocho años de tramitaciones administrativas a cuestas, se enfrenta estos momentos a las zancadillas que le ponen los empresarios propietarios de Pasito Blanco, con Javier Esquivel al frente, que no quiere que las lanchas vecinas le hagan olas.