Que la Justicia en España no atraviesa por sus mejores momentos de popularidad es cosa sabida y ratificada por encuestas y otros métodos de manifestación del vulgo. Resoluciones extravagantes, cuando no rayanas en la prevaricación, falta de diligencia y efectividad, colapso, defectuosa prestación del servicio público por falta de medios... pueden ser algunas de las razones que han conducido a esa devaluada imagen. La Justicia la imparten personas que acceden a la carrera judicial por diversas vías, desde la oposición libre y dura como un parto, hasta la elección de magistrados por turnos parlamentarios. En medio existe una variada gama de incorporaciones, que incluyen a los jueces sustitutos, elegidos teóricamente por responder a unas mínimas exigencias profesionales que les acrediten para una función tan delicada. Hoy les vamos a acercar el caso de un funcionario de la Comunidad Autónoma de Canarias que quiere ser juez por el llamado cuarto turno, el reservado a “juristas de reconocida competencia”, de acuerdo a lo que dice la Ley Orgánica del Poder Judicial.