Los nervios continúan a flor de piel en los ambientes portuarios, tanto en el terreno político como empresarial. Los que se las prometían muy felices con el pacto ATI-PP ven peligrar por momentos las promesas realizadas, máxime tras la caída en desgracia de Chema Hernández y su equipo, lo que se suma al fortalecimiento de la parte decente del consejo de administración portuario. Los perdedores de las últimas elecciones camerales y patronales han vuelto por sus fueros, y ahora tratan de restituir una influencia imposible e imponer a la Confederación de Empresarios que, a su vez, ordene a sus representantes que actúen única y exclusivamente a su dictado. Juan Freire, de Freiremar-Germán Suárez, y Juan Pérez, de Esquível, hicieron el más patético ridículo la semana pasada en el comité ejecutivo de la patronal, donde se les recordaron algunos principios básicos de las leyes por las que se rigen ese tipo de órganos empresariales y las responsabilidades de sus miembros.